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Un jugador de casa JOSEP M. MUÑOZ

La designación del historiador y político Jaume Sobrequés i Callicó (Girona, 1943) como nuevo director del Museo de Historia de Cataluña no debería sorprender. Aunque sin duda sorprenderá a más de uno. No debería, porque se trata de una decisión eminentemente política: después de todo, Sobrequés, militante socialista desde 1982, es representante de una cierta transversalidad sociovergente en la política catalana. Su catalanismo está, en el origen, muy próximo al de la coalición gubernamental: antes de ser elegido senador por la Entesa dels Catalans (1977), había militado en Unió Democràtica. Además, el consejero de Cultura puede presentar su nombramiento como una concesión al consenso que se le ha reclamado desde la oposición -Sobrequés conserva todavía su carnet, aunque no sus responsabilidades, en el PSC, partido por el cual fue elegido diputado autonómico en 1988-.Bien es cierto que el consejero podrá acudir a otras cuestiones, más académicas, para explicar el nombramiento. Sobrequés es el primer catedrático de Historia de Cataluña que ha habido en este país, concretamente en la Universidad Autónoma de Barcelona. Formado como medievalista (su padre, Santiago Sobrequés i Vidal, fue un fino medievalista y un impulsor, con Jaume Vicens Vives, de la renovación de los libros de texto de geografía e historia), su trayectoria ha ido siempre ligada a la difusión de temas relacionados con la historia de Cataluña y en particular de sus instituciones: así, mientras recopilaba, con S. Riera, toda la documentación relativa a L'Estatut de Catalunya de 1979, prolongaba en cinco volúmenes la reedición de la Història nacional de Catalunya de Rovira i Virgili, para, más tarde, analizar el restablecimiento de la Generalitat con Josep Tarradellas. Una lista que no agota su bibliografía, realizada a menudo en colaboración, y que incluye la coordinación de obras colectivas como una extensa Història de Barcelona impulsada por el Ayuntamiento de la ciudad.

Director y luego coordinador, en los años ochenta, del plan de museos del Ayuntamiento de Barcelona, Sobrequés va a tener ahora que afrontar los problemas de un museo que no es museo y que no tiene definido su puesto en el mapa museístico del país. Sobrequés debería buscar un modelo para el MHC que combinara la difusión y la investigación. Pero, sobre todo, deberá garantizar la independencia de un museo que, hasta la fecha, no ha sido ni lo bastante plural ni suficientemente riguroso en sus planteamientos.

Hombre cordial y entusiasta, amante de la controversia y de la polémica, Jaume Sobrequés había abandonado en los últimos años su dedicación a la historia y, especialmente, a la política para centrarse en su labor en el Barça, de cuya junta directiva ha sido un miembro ocasionalmente disonante bajo la presidencia de Josep Lluís Núñez. Aunque seguramente se habrá divertido ejerciendo como directivo, no estoy muy seguro de que su etapa en el Barça sea la más recordada de su trayectoria. Más de uno sonrió, con indudable malicia, viéndole sostener un paraguas para proteger de la lluvia a Núñez, después de que éste le echara encima un auténtico chaparrón por unas inconvenientes declaraciones suyas. Cabe esperar que aprenda ahora de su compañero de junta, Joan Gaspart, y sepa ofrecer, al frente del Museo de Historia de Cataluña, su faceta menos forofa, pero no por ella menos comprometida en favor de una institución que sea capaz, finalmente, de poner al alcance de la ciudadanía una reconstrucción crítica y plural de nuestro pasado colectivo. Hay que desearle, pues, mucha suerte.

Susanna Saez
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