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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ortega Lara, en mi memoria, en mi conciencia

Hoy, como en tantísimos otros momentos, estoy pensando en ti. En tu pesadilla, en cómo resististe algo tan cruel e inhumano. Me asombra que tu naturaleza fuese capaz de soportar tan mal trato a tu cuerpo y a tu mente, mala o casi nula alimentación, negación de la libertad y hasta del espacio mínimo para moverte, andar, respirar, dormir...Cuando el secuestro terminó leí que había que dejarte tranquilo. La prensa hizo un pacto para dejarte "disfrutar" de tu vida fuera del zulo. Lo han hecho. Te han dejado tranquilo para que volvieras a posarte en tu hogar.

Me pregunto muchísimas cosas que, probablemente, no me incumben porque no soy quién para preguntármelas; sin embargo, no dejo de pensar en ti con cierta regularidad y debe ser simplemente porque soy persona.

Me pregunto si en todo este tiempo has conseguido dejar de soñar con aquel agujero negro y solitario; si eres capaz de pasear con tu familia como lo hacemos el resto de las personas; si ha existido algún día, desde entonces, en que no hayas pensado en ello; si tu idea de la vida ha cambiado; si cada día te despiertas con ganas de vivir, o si simplemente sobrevives...

Son preguntas incontestables y, por otra parte, no hay nada más lejos de mi intención que devolverte el recuerdo de una pesadilla, que no quiero recordar ni yo. Aquello supuso el secuestro de todos nosotros, de los que confiamos en que las personas podemos convivir sin pisarnos unos a otros bajo ningún concepto y sin ningún motivo ideológico, político o deportivo...

Debes pensar (¡encima!, ya sé que es duro) que tu mujer y tu hijo tienen suerte. José María Martín Carpena ha perdido la vida, su familia presenció su muerte, pero no pudo evitarla,

Me gusta pensar que tu mente recupera la serenidad poco a poco y que tu hijo no te echa de menos, incluso que eres feliz. Seguramente porque a mí me cuesta mucho ser feliz pensando que hay tantos dispuestos a no dejarnos pulular por este mundo que nosotros creemos que es de todos. ¿Lo es? ¡Creo que lo es! No podemos dejarnos herir. Tenemos que luchar. Hay que seguir peleando por sacar a este mundo del hondo agujero en que le tiene sumido la violencia.-

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