Bono cree que los guerristas pactaron con la mayoría para derrotarle
El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, ha sacado dos conclusiones de su derrota. Cree que Felipe González ha tomado partido desde la sombra por José Luis Rodríguez Zapatero, y ha constatado de nuevo que los guerristas y otras sensibilidades situadas en el ala izquierda del PSOE están dispuestos incluso a pactar con la mayoría sólo para evitar su victoria. Entre sus colaboradores se acepta también que, durante la campaña, el talante "prepotente y soberbio" que exhibió en sus encuentros con los dirigentes autonómicos y locales levantó recelos sobre cómo podría usar el poder.
Nada más conocerse el resultado de las votaciones a la Secretaría General del PSOE, Bono congregó a su delegación de Castilla-La Mancha en una sala del Palacio Municipal de Congresos de Madrid y les reclamó que, a partir de ahora, apoyen sin fisuras al nuevo líder. No quiso dar más mensajes y se marchó. Y ese respaldo se confirmó ayer mismo con la adhesión mayoritaria de todos esos delegados a la nueva ejecutiva. Órgano en el que estará como vocal José María Barreda, el hombre de máxima confianza de Bono y al que había allanado el camino para convertirle en su sucesor en su comunidad autónoma a partir de este próximo fin de semana.Ese proceso que Bono quería abrir ya para su relevo en Castilla-La Mancha tendrá que esperar. El congreso regional, que se desarrollará los días 27, 28 y 29 de julio en Toledo, ratificará el ascenso a la secretaría general de Barreda y poco más. En los días siguientes se convocarán también varios congresos provinciales en esta región.
Bono había precipitado la organización de estos cónclaves, previstos por el PSOE en toda España para este otoño, para resolver esos asuntos internos cuanto antes y quedarse con las manos libres para actuar como nuevo líder nacional. No será así.
Fuentes de su entorno en Castilla-La Mancha reconocen, además, que ahora deberá meditar su futuro con alguna tranquilidad. Bono nunca dijo que en caso de perder abandonaría sus responsabilidades autonómicas, pero algunas de sus manifestaciones de estos días son interpretadas como si hasta eso pudiera producirse.
Bono ha encajado bien públicamente su derrota, pero no logra comprender cuál ha sido la posición de Felipe González en este congreso. Dirigentes castellanomanchegos de su máxima confianza aseguran que se siente traicionado por el ex presidente. Mantienen que, en algún momento de los últimos meses, González, del que es amigo, le prometió su aval. O, en todo caso, su neutralidad absoluta.Y ahora registran que se ha decantado por Rodríguez Zapatero. Aseguran, incluso, que hasta Manuel Chaves le trasladó a Bono en persona que González prefería a Zapatero, aunque él sí le votaría.
Tanto sobre esa presunta charla como sobre distintas cenas en el hogar de González y sobre los ofrecimientos para ser presidente del PSOE hay tantas versiones como dirigentes consultados. Bono, por ejemplo, declaró ayer que "no tendría sentido" que Zapatero le hubiera ofrecido ese cargo. Barreda, su vicepresidente en Castilla-La Mancha, reveló justo lo contrario. Colaboradores de Bono añadían, para poner en cuestión la autoridad de Zapatero, que existió esa petición, que se la planteó por la vía interpuesta de Pasqual Maragall y con Chaves de testigo y que por eso la rechazó.
Desde la nueva mayoría del PSOE, algunos secretarios regionales del partido y miembros del sector guerrista recuerdan que Bono levantó recelos en sus visitas de campaña a muchas federaciones por sus modos y advertencias sobre cómo usaría el poder cuando resultase elegido si no obtenía antes un pronunciamiento a su favor.
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