¿Choque de nacionalismos?
Uno de los efectos, me atrevería a decir que uno de los peores efectos, de la intensificación de la estrategia terrorista de ETA es el bloqueo que puede acabar produciéndose en el sistema político español. No sólo en el subsistema político vasco, sino en el sistema político español en su conjunto.El subsistema político vasco está bloqueado desde que ETA dio por finalizado el alto el fuego y reanudó los atentados. La ruptura del acuerdo del PNV y EA con EH, aunque sin abandonar Lizarra, ha dejado al Gobierno vasco en minoría en el Parlamento y no le permite adoptar iniciativa alguna. El Gobierno vasco administra, pero no hace política, es decir, no es Gobierno. Y al no existir como Gobierno, la oposición tampoco puede ejercer la función que le corresponde en un sistema democrático digno de tal nombre.
Hasta el momento esa parálisis de la política había podido quedar confinada al territorio vasco sin extenderse al resto del Estado. Pero está empezando a no ser así. La intensificación de la estrategia terrorista en estas últimas semanas, con especial incidencia en Andalucía en esta última, parece dirigida a hacer todavía más visible e insoportable la parálisis política vasca y a hacer inviable con ello el funcionamiento del sistema político español.
ETA parece que está consiguiendo, por un lado, paralizar definitivamente el sistema político vasco y, por otro, convertir dicha parálisis en el primer y casi único problema del sistema político español.
Esto es algo que ETA no había conseguido hasta el momento. Militarmente ETA ha tenido una capacidad muy superior en el pasado a la que tiene ahora mismo, pero políticamente está situando en la agenda política el problema vasco en unos términos distintos y potencialmente más peligrosos de los que lo ha estado nunca.
ETA está consiguiendo que el problema vasco sea el único problema del sistema político español y que únicamente haya dos discursos políticos para hacerle frente: el suyo y el del Gobierno. Ha anulado de manera absoluta la capacidad de hacer política de los partidos nacionalistas -y no solamente de los vascos- y ha reducido de manera extrema la autonomía del PSOE.
Es verdad que todavía disponemos de un instrumento muy poderoso para hacer frente al problema, que es la convocatoria de elecciones en el País Vasco y es más que probable que, dada la debilidad del Gobierno Ibarretxe, dichas elecciones se celebren el próximo otoño. Pero no lo es menos, que, con los discursos con los que se va a acudir a las urnas, es más que probable que el resultado electoral depare nuevas frustraciones.
Frustraciones que esta vez pueden extenderse a todo el sistema político español. La respuesta al nacionalismo vasco desde un nacionalismo español, que es lo que ETA está persiguiendo, puede acabar conduciéndonos a un callejón de muy difícil salida.JAVIER PÉREZ ROYO
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