Las factorías de la Bahía de Cádiz quieren formar un enclave estratégico
La fusión de los astilleros civiles y militares ha recogido reacciones dispares en la Bahía de Cádiz, que aspira a convertirse, de cualquier forma, en uno de los enclaves estratégicos del nuevo grupo. La comarca, ligada históricamente a la construcción naval, aporta a la nueva compañía una planta especializada en transformaciones y reparaciones (AESA-Cádiz, con 418 empleados); la mayor y mejor equipada factoría del grupo civil, dedicada a nuevas construcciones (AESA-Puerto Real, donde trabajan 1.250 operarios) y una instalación militar (Bazán-San Fernando, 1.290 empleados).
Bazán-San Fernando está dedicada a las reparaciones y capacitada para la construcción de transbordadores de aluminio, un mercado que le cerró la Unión Europea hace casi seis años. Al personal de plantilla directo, hay que sumar otros 3.000 trabajadores de las empresas auxiliares que prestan sus servicios en las factorías, que han llegado proporcionar otro millar más de empleo inducido durante algunos procesos productivos recientes.La factoría de Cádiz se ha zafado, con la fusión, de un futuro muy incierto, toda vez que el pasivo de esta planta supera los 20.000 millones de pesetas, una situación económica que la había situado al filo del precipicio al cierre del ejercicio, el próximo 31 de julio.
Además, la planta gaditana aspira ahora a conseguir introducirse en el mercado de las reparaciones militares, con el objetivo declarado y avanzado durante la anterior legislatura por el ex ministro de Industria Josep Piqué de conseguir que la VI Flota, con base en el recinto naval de Rota, repare en estos diques, lo que supondría un mercado cautivo y garantizar el futuro.
Contabilizadas las potencialidades individuales de la nueva compañía pública, Bazán de San Fernando también puede rescatar la construcción de transbordadores de aluminio (llegó a construir cuatro para Buquebús y Trasmediterránea), una actividad para la que ha desarrollado una importante tecnología, que comparte, desde que le quedó vedada esa actividad, con la firma estadounidense Halter Marine.
La Bazán, a través de las dos factorías de AESA obtendrá una mejor localización geográfica y diques de mayor calado, lo que le permitiría acceder a nuevas actividades, frente a la labor auxiliar de la planta de El Ferrol que desempeña hoy.
Para AESA-Puerto Real -que posee la mejor cartera de pedidos del grupo y está pendiente de la firma de uno de los gaseros de Repsol- la fusión representa mejorar sus actividades en todos los ámbitos y el beneficio directo de la tecnología desarrollada por Bazán.
El comité de Astilleros de Cádiz ha acogido con satisfacción la fusión, que "puede convertir a esta compañía en una de las firmas punteras del mundo en el sector", según el presidente del comité, Jesús Gargallo.
En cambio, en la Bazán isleña, el presidente del comité, Joaquín Chulián, alberga "serias dudas" sobre el proceso y renuncia a pronunciarse en profundidad "hasta conocer la letra menuda de la fusión" y el contenido "pormenorizado" del Plan Industrial.
Los trabajadores de Bazán, de cualquier forma, habían asumido que el proceso de fusión se consumaría, aunque esperaban que éste se produjera a la vez que la elaboración del plan industrial, el documento que debe definir la futura especialización de cada centro, las actividades a desarrollar y las plantillas.
Chulián califica de "irrealidad" uno de los argumentos empleados por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) para justificar la fusión, cual es el de la abundante carga de trabajo que existe en las factorías militares, que no es el caso de la planta de San Fernando.
Desde ayer, el comité está repartiendo una hojilla informativa entre los trabajadores de la factoría, a los que explica cuál es la situación, cómo se va a producir la fusión y cuáles son sus temores, entre ellos, el futuro de la propia planta isleña.
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