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LA OFENSIVA DE ETA

Indignación y pesimismo en la Puerta del Sol

Patricia Ortega Dolz

Gritos contra Arzalluz

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Un enclave de rabia y de silencio. En eso se convirtió ayer la Puerta del Sol de Madrid a las ocho y cinco de la tarde. Fueron sólo cinco minutos. Durante ese tiempo unas 3.000 personas permanecieron calladas para mostrar, una vez más, su rechazo a la irracional violencia de ETA. Y después, al terminar el acto, otra vez las mismas frases plagadas de pesadumbre: "Algo hay que hacer", "posiblemente no sirva para nada", "si los políticos no se ponen de acuerdo tendremos que ser los ciudadanos los que digamos lo que pensamos".Impotencia, escepticismo, indignación. Esos sentimientos volvieron a encontrarse ayer frente a la Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid, unas horas después de que la banda terrorista intentara segar la vida de otro político, socialista, en Málaga.

Pilar, desde Coslada; Iciar y Almudena, desde Parla; Juan, desde el barrio de Chamberí... Todos habían llegado desde sus domicilios hasta el centro de la capital de España para unirse en un grito indignado: "¡Basta ya!" y "¡ETA cobarde, el pueblo está que arde!".

Y, sin embargo, el ardor de la muchedumbre esta vez casi brilló por su ausencia. No hubo manos blancas. Apenas cincuenta pancartas intercaladas entre los congregados y en las que se podía leer, sobre todo, "¡ETA no!".

En cuestión de pocos minutos, la concentración comenzó a disolverse. Lentamente, las gentes se disgregaron con cierto pesimismo, mientras comentaban la reciente ofensiva de acciones de ETA y la buena suerte de esa familia de Málaga, que gracias al fallo de un explosivo ayer volvió a nacer.

No hubo más. Tan sólo la voluntad de, al menos, estar allí, hacer acto de presencia. "Que sepan que estamos aquí para exigir la paz, para exigir que los asesinos dejen de matar a personas inocentes". El objetivo, ayer, era estar en la emblemática Puerta del Sol, para mostrar una vez más el rechazo al crimen injustificado y el consecuente desconcierto. "Ante semejante irracionalidad no se puede hacer nada".

Pero hubo algo más. La concentración estuvo impregnada de un sentimiento de rabia. Esta vez no estaba dirigida sólo hacia los asesinos. También hacia los que, pese a todo, no muestran una actitud de rechazo radical hacia la violencia. Era un grito contra los "amigos de los asesinos". Así, en varias ocasiones, se pudo oir: "¡Arzalluz, cabrón, no tienes perdón!". Una consigna cargada de odio hacia el nacionalismo y que indirectamente exigía una respuesta clara y la búsqueda de una solución verdadera al problema de la violencia. Y que los concentrados completaron también con otro cántico: "¡ETA y HB la misma mierda es!". A las nueve de la noche, un pequeño grupo que portaba una bandera de España lanzó insultos a la Policía.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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