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LA OFENSIVA DE ETA

Los dirigentes del PP, PSOE e IU encabezan la concentración de Madrid contra la banda

Carlos E. Cué

Unas 3.000 personas se concentraron ayer en la madrileña Puerta del Sol para protestar contra los últimos atentados de la banda terrorista ETA. La manifestación, con un clarísimo contenido político, estuvo presidida por los máximos dirigentes del Partido Popular, PSOE, Izquierda Unida, Nueva Izquierda y los sindicatos. El texto elaborado por los convocantes, leído por Luis Partida, alcalde de Villanueva de la Cañada, del PP, reprocha a los dirigentes de los partidos nacionalistas vascos su silencio y su ambigüedad ante la violencia de ETA, que "alientan y da oxígeno" a la banda terrorista.

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El acto oficial, un tanto desangelado por la corta asitencia de público, duró unos escasos 10 minutos. El alcalde de Villanueva de la Cañada, en representación de los 178 ediles madrileños, leyó el texto acompañado de una numerosa representación del PP, los máximos dirigentes socialistas, de Izquierda Unida y de las centrales sindicales. Bajo una pancarta con el lema "Madrid por la paz y la libertad, terrorismo no" estaban Javier Arenas, secretario general del PP, y los ministros Rodrigo Rato, Cristóbal Montoro, Jesús Posada y Juan Carlos Aparicio. También las presidentas de Congreso, Luisa Fernanda Rudi, y del Senado, Esperanza Aguirre, y la comisaria europea Loyola de Palacio. No estaba sin embargo el presidente del Gobierno, José María Aznar, que había llegado horas antes a Madrid tras su viaje oficial a Mauritania.Los socialistas estaban también representados al máximo nivel por Manuel Chaves, presidente de la comisión política que dirige el partido hasta la celebración del congreso; por Izquierda Unida acudió al acto Francisco Frutos, presidente del grupo parlamentario, y por Nueva Izquierda, su secretario general, Diego López Garrido. Los líderes de los dos mayores sindicatos, José María Fidalgo (CC OO) y Cándido Méndez (UGT), también estaban bajo la pancarta. El que fuera líder de los socialistas Joaquín Almunia se sumó igualmente a los manifestantes.

La concentración fue muy distinta a la última gran marcha celebrada en Madrid tras un asesinato de ETA: el pasado 23 de enero, poco después de que un coche bomba matara al teniente coronel Pedro Antonio Blanco.

No sólo por la escasez de público -entonces hubo más de un millón de personas-, sino por el ambiente. Ayer, tras la lectura del discurso y los cinco minutos de silencio, los gritos de los manifestantes, al igual que el texto oficial, tenían un claro contenido político contra el Partido Nacionalista Vasco. Aunque menos sutil: la mayoría eran insultos a Xavier Arzalluz, el líder de los peneuvistas. También hubo algún "¡Vascos sí, ETA no!" y "¡ETA, escucha, aquí tienes mi lucha!" siempre más neutrales. Pero los insultos, conforme avanzaba la hora, dominaban los coros.

Entre los dirigentes también estaban los máximos representantes de la política madrileña: Alberto Ruiz-Gallardón y Pío García Escudero, del PP; Jaime Lissavetzky y Cristina Alberdi, del PSOE, y Ángel Pérez, de IU, además del alcalde, José María Álvarez del Manzano. El texto oficial, muy duro contra el PNV, exige a este partido que entienda que "la democracia no admite debilidades, y que la comprensión [hacia ETA], el silencio o la ambigüedad legitiman, de hecho, la violencia, dan un respiro a los asesinos y alientan sus esperanzas".

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También se pide mayor coordinación entre las policías autonómica y nacional en el País Vasco, uno de los asuntos sobre los que más ha incidido el PP en los últimos meses. Estas palabras de duro contenido político, suscritas por todos los partidos ayer representados, luego dieron paso, cuando los políticos abandonaron rápidamente la escena, a la indignación total de los ciudadanos de a pie, que se expresó con insultos constantes.

En todo caso, muy poco tuvo que ver el desangelado acto de ayer con las grandes manifestaciones contra el terrorismo celebradas en otras fechas en Madrid. Una de ellas, en febrero de 1996, en plena campaña electoral, reunió a 850.000 personas en las calles y en silencio para protestar contra los asesinatos de Francisco Tomás y Valiente y Fernando Múgica. Fue la mayor marcha en la capital desde el golpe de Estado del 23-F. El 14 de julio de 1997, un millón y medio de personas salieron a la calle tras el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP de Ermua (Vizcaya). En esas dos manifestaciones participaron representantes del PNV. En la de Blanco estuvo incluso el entonces lehendakari José Antonio Ardanza. Pero ya en la última, en enero de este año, ningún líder del PNV asistió, lo que fue muy criticado todos los grupos.

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