Un día en el 'grupetto'
Ya habéis visto. Se ha puesto la cosa seria. Seria y rápida. A 130 kilómetros de la meta, y la que se ha liado. Pantani ha dejado claro enseguida que lo de su pique con Armstrong iba en serio. Lo mismo no ha atacado tan pronto para ganar él, pero si a alguien podía hacérselo pasar mal y dejarle contra las cuerdas, era a Armstrong. Y bien lo ha dejado. El líder ha perdido tiempo con todos. Y menos mal que se ha acabado la montaña.Como no teníamos mucho que decir en la etapa, una vez que se han hecho enseguida varios grupettos, hemos intentado encontrar uno cómodo con el que hacer todos los puertos, pero no hemos formado uno bueno hasta el Aravis, el puerto de segunda, y ya en la Colombière, el tercer puerto, se ha convertido en el autobús oficial. Allí hemos estado unos 70, y con la técnica de siempre. En el llano, rápidos, llevados por los rodadores; en los descensos, también deprisa, para no perder tiempo con el pelotón de los buenos; y en los ascensos, oyendo a los rodadores gritar todo el tiempo más despacio, más despacio. A 20 kilómetros de la meta hemos visto que estábamos a 22 minutos de los líderes y hemos hecho nuestros cálculos: quedaban ocho kilómetros del Joux Plane, y a minuto que perdíamos por kilómetro, eso nos daba que llegaríamos a media hora a Morzine. Y nos salió clavado.
Bueno, a ver si el viajar todo el día en el grupetto es un aire que nos viene bien para las etapas que quedan. La clasificación por equipos se nos ha puesto complicada, pero seguro que la semana que queda la dedicaremos a pelearla con el Kelme. Ya sabemos lo que nos toca, meternos en los cortes. Pero para ello hay que tener fuerzas y, como se está viendo, hay unos 80 que andamos muy justos y por delante un grupo que marca las diferencias.
El susto del día lo hemos pasado en el falso llano del puerto de segunda. Íbamos casi tan rápido como bajando porque intentábamos empalmar con otro grupo, cuando por la cuneta ha salido un corzo y Guésdon, que iba el primero, le ha dado con el pedal en la cabeza. Yo, que iba detrás, ya estaba preparado para caerme, pero no sé cómo, he pasado sin rozarlo. La bicicleta de Guésdon ha dado un salto bueno en el aire y el pobre corzo se ha quedado tirado en la cuneta, con espasmos.
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