Blair se moviliza para frenar el creciente descrédito de su proyecto político
El primer ministro británico, Tony Blair, intenta salir del bache que atraviesa su Gobierno explicando personalmente los logros de los últimos 12 meses y los retos que quedan por superar. Dejando en segundo plano a los poderosos asesores y portavoces, responsables hasta la fecha de vender la buena imagen del Ejecutivo, Blair recupera la iniciativa y contraataca las críticas de la oposición y de un creciente sector del laborismo. "Aquí están los datos", escribe en el informe anual que ayer presentó en el Parlamento. "La gente puede formar su propia opinión".
El Gobierno del spin, de los portavoces poniendo brillo a viejos proyectos o planes inexistentes en la práctica, parece tener los días contados dentro del Ejecutivo laborista. Con las próximas elecciones a menos de un año, Tony Blair recupera la iniciativa de sus poderosos y, al mismo tiempo, criticados manipuladores mediáticos y lidera con firmeza el contraataque. En la sesión semanal de preguntas el primer ministro asestó un golpe certero a la oposición conservadora, algo que no lograba en las últimas semanas. Anticipando un incremento del gasto público, en detrimento del recorte de impuestos, Blair dio el primer paso para superar los recientes y continuos problemas, personales y públicos.
La ofensiva continuó ayer con la presentación en un debate en la Cámara de los Comunes del informe anual sobre la gestión gubernamental. "Mucho se ha realizado, pero mucho más necesita hacerse, y este Gobierno lo hará", prometió. Para cumplir los objetivos marcados, Tony Blair se compromete, dijo, a "invertir, invertir y garantizar la inversión". La oposición conservadora, liderada por William Hague, describió el balance gubernamental como "un ardid de un Gobierno tramposo".
El líder de los liberales demócratas, Charles Kennedy, denunció la falta de independencia de un informe que ha sido producido por el propio Gobierno. "Para ser un ejercicio valioso, debería ser ejecutado por auditores independientes", señaló en el Parlamento.
Como en ediciones anteriores, el balance se enumera en un colorido folleto, lleno de fotografías y gráficos, con amplia distribución por todo el país. Se puede adquirir, al precio de unas 780 pesetas, en algunas cadenas de supermercados y librerías especializadas en prensa. Es accesible igualmente en la página de Downing Street en Internet, con la peculiariedad de que el navegante puede comprobar la gestión específica a su barrio. "Mucho brillo y nada de sustancia", criticó Hague en un acalorado debate.
"Aquí están los datos. La gente puede formar su propio juicio sobre ellos", escribe el primer ministro. "Mi valoración", adelanta, "es que la mayoría de las medidas importantes van en la buena dirección". Blair defiende que el Gobierno va camino de poner en práctica las cinco promesas electorales -clases de 30 alumnos para los menores de siete años; rápidas sentencias para delicuentes jóvenes; recorte de las listas de espera en hospitales públicos; creación de empleo juvenil; rigor económico- y el contrato de diez puntos que contrajo con el electorado en la campaña de 1997.
Reconoce, no obstante, que aún queda mucho por hacer en la reforma de la sanidad, en educación y la lucha contra el crimen, principalmente.
La publicación del balance coincidió con una denuncia pública del viceministro de Exteriores, Peter Hain, del estilo de gobierno del Ejecutivo laborista. "Una combinación de pura presión y cautela nos hace sonar a algunos de nosotros como autómatas: tecnocráticamente profesionales, pero congénitamente aburridos", critica haciendo eco, en cierta forma, del criterio de Blair.
Distancia con el electorado
El segundo en importancia del Foreing Office resalta el distanciamiento con el elactorado tradicional laborista y alerta de que el Gobierno del spin debe dar paso a la "proclamación a los cuatro vientos de nuestras políticas". "Necesitamos hacerlo", puntualiza, "en una lengua y estilo que conecten con nuestros votantes básicos, que son importantes" para ganar las elecciones.La maquinaria propagandística laborista, eficaz en la oposición, falla a la hora de difundir con eficacia las medidas que el Gobierno viene ejecutando desde 1997. Ante el cúmulo de críticas -Hain es la última voz que se suma a prestigiosos miembros y simpatizantes del laborismo-, Blair comienza a retomar el protagonismo y a eclipsar el papel público de los portavoces. Le queda menos de un año para convencer al electorado del avance registrado en la reforma y modernización del país. O para que se reconozcan sus logros destacados en el informe: la creación de un millón de puestos de trabajo, el haber sacado de la pobreza a un millón de niños y, entre otros, el aumento del número de médicos y enfermeras. El problema reside en que el autor del balance anual es el propio Gobierno.
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