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Björk abandona la interpretación tras su triunfo en Cannes y regresa a la música

La cantante afirma que de su trabajo con Von Trier sacó una gran lección

Isabel Ferrer

Menuda, vestida de domingo y apoyándose en lo que denomina valores punk (no es otra cosa que la fuerza moral que extrae de sus raíces islandesas), la cantante Björk aseguró ayer en Londres que no volverá a actuar en el cine después de haber ganado el premio de interpretación femenina en el pasado Festival de Cannes con Dancer in the dark. Eso sí, de su trabajo con Lars von Trier dice que ha extraído una buena lección.

Histrionismo

Las diferencias entre ambos durante el rodaje de Dancer in the dark les dejaron exhaustos y comprometieron la propia filmación, pero a juzgar por las palabras de Björk les enseñaron a respetarse como iguales. "Lars sabe mucho de cine. La experta en música era yo, así que pasamos un año analizando a Selma (la protagonista) para ponernos de acuerdo en la mujer que queríamos mostrar", aseguró nerviosa la cantante. El cineasta danés la contrató primero para que compusiera la banda sonora. Él veía a Selma, una emigrada checoslovaca casi ciega por culpa de una enfermedad congénita que ahorra dinero para curar a su hijo del mismo mal, como una simplona estúpida. Con una sinceridad desarmante, Björk presentó ayer a la misma persona como a una perdedora llena de poesía que trata de escapar de su mundo sin horizontes con ayuda de los musicales de Hollywood, incluso cuando la tragedia la convierte en una madre coraje.

"A mí me gustan los musicales sin truco. Quiero decir, ser capaz de conjurar la magia de las películas más famosas del cine sin tener que recurrir a los millones y los efectos especiales de una industria que lo puede todo", asegura la cantante, para luego explicar la razón que le llevó a encarnar el personaje en la pantalla. "No quería ser Selma. Me había convertido en su satélite para componer unas letras que son la parte luminosa de un diálogo sombrío y huía de ella. Cuando vi que la conocía mejor que Lars pensé que debía hacerle justicia". La simbiosis entre personaje y actriz novata es tal que a veces resulta difícil creer que Dancer in the dark no sea un trágico documental filmado por el autor de Rompiendo las olas. El histrionismo al que se prestaría un papel así con una madre sacrificándose sin reservas por su hijo acaba convertido gracias a la cantante en un retrato apabullante de puro humilde.

Al arrasar con los galardones, temió que hubiera un error para sentirse luego aceptada por un mundo opuesto a su Islandia natal, "donde nadie cede un ápice de su integridad". Ahora se muere "por volver a grabar en casa".

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