Un melancólico metafísico

Naturalezas muertas de perspectivas planas y colores apagados, paisajes urbanos de trazos sencillos, bocetos de cuerpos desnudos que apenas insinúan su pasión homoerótica... Ésa podría ser la descripción que haría un profano de las pinturas del italiano Filippo de Pisis que han llegado hasta Valencia. Pero un experto, como Palma Bucarelli, fue más lejos en 1944: "Su arte se diría la extrema consecuencia de la desintegración impresionista de la forma, es tan lábil, leve, casi inaprensible; el cubismo, el surrealismo, el fauvismo han contribuido a formar esa novísima pintura, esta moderna lírica del color".El caso es que Filippo de Pisis (Ferrara 1896-Milán 1956) es uno de los artistas italianos más importantes del siglo XX, pero su obra no ha tenido la trascendencia merecida en Europa, según explicó ayer Claudia Gian Ferrari, responsable de la Fundación Pisis. De hecho, la evasiva ligereza que caracteriza sus cuadros (enmarcados en la corriente Metafísica, que contribuyó a crear en Ferrara junto al grupo formado por los hermanos De Chirico y Carrà...) queda perfectamente plasmada en la muestra que ofrece desde ayer el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), la primera exposición individual en España dedicada al escritor, pintor y poeta. El museo ya había mostrado obras del autor en la exposición colectiva del realismo mágico. Fue entonces cuando surgió la idea de realizar una gran muestra monográfica.

La exposición, organizada conjuntamente por el IVAM, que mostrará las obras hasta el 1 de octubre, y el Rupertinum Museum Für Moderne Und Zeitgenössische Kunst, que las expondrá en Salzburgo entre el 19 de octubre y el 3 de diciembre, constituye una completa retrospectiva, que incluye 80 cuadros y 25 dibujos a lápiz, carboncillo y plumilla, de uno de los pintores más valorados en Italia en el periodo de entreguerras. Kosme de Barañano, director del IVAM, definió ayer al pintor como "un hombre melancólico, refinado y sensible intelectual, que ha convertido el bodegón en el lugar de la memoria metafísica, donde halla expresión poética la atracción que siente tanto por la belleza como por la muerte".

El artista, que se definió a sí mismo como "discreto pittore, sì, ma in primo luogo poeta" ("discreto pintor, sí, pero en primer lugar poeta"), vivió su madurez artística a caballo entre París e Italia (Milán y Venecia sobre todo). Por eso su obra se vio impregnada del impresionismo de Manet, del romanticismo de Delacroix, del expresionismo de Daumier y de la modernidad de Picasso. Su homosexualidad apenas quedó plasmada en sus pinturas debido a que los compradores de sus cuadros procedían sobre todo de la clase burguesa. La muestra destaca precisamente por rescatar los dibujos, apenas conocidos, pero de una calidad excepcional, en los que sí subraya su condición sexual.

Marga Paz, comisaria junto al director del Rupertinum, Peter Weiermaier, destacó los collages de De Pisis, "realizados bajo la influencia del cubismo y del futurismo" y definió al artista como un pintor "de difícil encasillamiento". Weiermaier señaló con ironía que la "mentalidad medieval" de los italianos dificulta los préstamos de obras de arte por las trabas burocráticas, lo que explica en cierta medida el escaso reconocimiento en el exterior de la obra del italiano.