El prestamista 'generoso'
Las aparentes facilidades para obtener un crédito instantáneo se han convertido en una pesadilla para unas 35 personas a las que una presunta red de estafadores ha dejado con una deuda de más de 50 millones de pesetas. Y eso puede ser sólo la punta del iceberg.Las denuncias presentadas hasta el momento a la policía y ante el Juzgado de Instrucción número 22 de Barcelona son unas 35, aunque fuentes de la investigación han señalado que el número de afectados puede llegar al centenar, y la estafa, superar los 200 millones. La policía considera que la red, que utilizaba la empresa Agencia 2000 para sus actividades ilegales, estaba supuestamente dirigida por Ramón Careta Cano, quien ya fue encarcelado en 1995 por una estafa inmobiliaria y que ahora está en paradero desconocido. El fraude consistía en apropiarse de los créditos de sus víctimas tras actuar como intermediarios ante las entidades bancarias que los concedían.
"Oí un anuncio en la radio y llamé para conseguir un crédito para mi boda y pagar otras deudas", relata Raquel L., una de las víctimas. "Me acompañaron a la caja para firmar los papeles de un crédito de 2,5 millones", recuerda, pero ella no sabía que entre los papeles que firmó había una orden de transferencia del dinero de su cuenta a otra de los presuntos estafadores. "Nadie me informó de lo que estaba firmando", añade Raquel, que se casará igualmente en septiembre, aunque ahora será su padre el que deberá pagar los 2,5 millones de pesetas, porque fue quien la avaló.
La firma se produjo el pasado 24 de mayo y el 4 de junio Raquel L. recibió un talón de Agencia 2000. Cuando fue a cobrarlo, no había fondos. Con el mismo procedimiento estafaron a Juan José F. dos millones de pesetas. Y a Luis S., 1,5 millones. "Ahora tratamos de organizarnos con un abogado. A ver si recuperamos algo", declara.
Ellos, como las decenas de afectados, se sienten estafados por Agencia 2000, pero extienden las acusaciones a los bancos que les concedieron el crédito. "Se notaba que [los supuestos estafadores y los bancos] se llevaban bien", declara Isabel P., a quien estafaron tres millones.
Los responsables de dos de las oficinas bancarias relacionadas con el caso reaccionaron ayer airadamente ante estas acusaciones y señalaron que en todos los casos se siguieron los trámites previstos en la concesión de créditos. Fernando Martínez Iglesias y Sílvia Borrell, abogados de algunas de las víctimas, han anunciado que se querellarán por estafa contra Ramón Careta Cano y sus colaboradores en Agencia 2000. Los dos letrados estudian hacer extensivas las querellas a las entidades financieras que concedieron los créditos por considerarlas cooperadoras necesarias en la estafa.
La mayoría de los créditos se solicitaban para realizar reformas en los domicilios de las víctimas y en este trámite Agencia 2000 incluía documentación falsa como presupuestos inexistentes. Martínez opina que las entidades financieras pueden ser encausadas, ya que no actuaron con la diligencia debida en la concesión de créditos al no haber detectado la falsificación.
Sin embargo, uno de los responsables de una entidad implicada considera que, con el beneplácito de las víctimas, los bancos también fueron víctimas de Agencia 2000 porque se solicitaban créditos para un uso distinto del que constaba en la documentación.
El rastro de los damnificados por Careta es muy grande. En 1995 estafó 500 millones en una operación inmobiliaria. Ahora la policía espera que se disparen las denuncias en este nuevo caso. Pero pocos escapan a sus actuaciones: por no pagar, no pagó parte de la publicidad en radio con la que captaba a sus víctimas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.