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SAN FERMINES 2000

Aparcar, misión imposible

El caos circulatorio y la falta de aparcamientos convierten en un calvario el tráfico en las fiestas

Tan difícil o más que correr bien un encierro es encontrar un aparcamiento en Pamplona en sanfermines. Especialmente este año, en que al blindaje del centro peatonalizado de la ciudad se suman los 16.500 millones en obras levantadas por los cuatro puntos del mapa urbano y la desaparición de los principales aparcamientos en superficie.San Fermín convierte en tarea imposible el simple hecho de circular por muchas zonas de Pamplona. Si se llega a la ciudad en coche -y más de un millón de personas lo habían hecho hasta ayer-, los 14 aparcamientos habilitados alrededor del centro, nueve de ellos gratuitos, son claramente insuficientes; sobre todo al inicio y final de los festejos y en el fin de semana. "Coger la camioneta es como acudir a un rally de obstáculos", dice Francisco Javier Arrieta, repartidor de bebidas, mirando con desesperación la cola de vehículos parada en la calle García Castañón.

Y es que el rosario de obras en marcha incluyen algunas en el mismo centro, como la construcción del Palacio de Congresos, el nuevo Parlamento, la peatonalización de la calle Mayor, el aparcamiento de la calle Compañía, la peatonalización de la avenida de Carlos III, las obras del Archivo General de Navarra y un sinfín de obras menores que han provocado atascos monumentales y puesto a prueba de paciencia de miles de conductores.

El sistema de OTA desaparece estos días y dos mil vecinos del casco antiguo y aledaños pierden su derecho a estacionar sus coches en las calles por las que se desarrolla la mayor parte de la fiesta. Además, las obras del nuevo Auditorium han suprimido las 800 plazas del aparcamiento de Padre Moret, mientras el recinto ferial se instala un año más sobre el segundo de los aparcamientos más grande, el de Yanguas y Miranda.

Para compensar esa pérdida de plazas, el Ayuntamiento ha habilitado dos zonas de uso exclusivo de vecinos en el mismo casco antiguo, en las plazas Juan de Labrit y Santa María la Real. Pero a partir de ahí, cada cual debe solucionar su problema a su modo. Bien en aparcamientos privados de pago, casi siempre completos, o bien dejando el coche a kilómetros de distancia de casa, que es lo que han tenido que hace la mayoría de los visitantes, en algunas de las 2.000 plazas ofertadas en el polígono industrial de Agustinos o los terrenos universitarios del Plan Sur. "Pagamos nuestra tasa anual por el derecho a estacionar a una distancia prudente de nuestras casas y lo que nos hacen estos días es una injusticia", se queja Iker Arbejo, vecino de la calle Calderería. Ni los trenes especiales, ni el servicio 24 horas del transporte urbano logran evitar que Pamplona se convierta en una inmensa ratonera plagada de coches mal aparcados, contra los que luchan, impotentes, flotillas municipales de grúas.

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