Un vecino poco recomendable
Inquietud en un barrio de Lyón por la instalación de un laboratorio que estudia los virus más peligrosos
Lyón es la capital farmacéutica de Francia. Es un título que parece tranquilizador, que sugiere casi el médico en el rellano, pero que tiene su lado oscuro. Los habitantes del barrio de Gerland acaban de descubrirlo. Detrás de la tecnocrática denominación Laboratorio P4 están virus cuyo nombre provoca escalofríos -los Ébola, Marburg o Lassa-, esos que nadie sabe detener, asociados a Dustin Hoffman con escafandra y ropa de astronauta o a miseria africana y muerte de miles de personas.En la clasificación P4, la P significa "patógeno", y el 4 lleva a la cima de peligrosidad de una escala que, de menos a más, va, precisamente, de 1 a 4. En el laboratorio de Lyón, flamante y recién estrenado, propiedad del grupo Mérieux -subvencionado por el Estado y, quién sabe si en un futuro inmediato por la Unión Europea-, está previsto investigar sobre estos virus, intentar descubrir cómo acabar con ellos o, cuando menos, cómo hacer que los hombres sean inmunes a sus estragos.
El P4 de Lyón es una caja metida dentro de otra caja, las dos provistas de dispositivos de seguridad antiterremoto; sus cristaleras, hechas de material antibala; su atmósfera, despresurizada para que, en caso de accidente, sea el aire exterior el que entre en el P4 y no al revés. "Pero los muros de cristal no resistirían un tiro de lanzagranadas o de lanzacohetes", denuncia una asociación de vecinos de Gerland. El fantasma del malvado agente secreto al servicio del loco que quiere acabar con el mundo no anda lejos.
Lo cierto es que en el barrio ya hay varios P2 y P3, y para Mérieux es un honor tener un P4, pues sólo existen dos en Estados Unidos, uno en Suráfrica y otro en Rusia. Su coste ha rondado los 1.250 millones de pesetas y su funcionamiento supone un gasto de entre 250 y 300 millones más cada año. "Pero todo ese dinero no ha impedido que hubiesen accidentes, como el de la ducha de descontaminación, que se descubrió que no era completamente estanca".
Los animales con los que han de experimentar los científicos suponen también un riesgo que algunos estiman mal resuelto. "El herpes de los simios es mortal y para poder tratarlos hace falta gente especialmente entrenada. Eso no supone que así se reduzca a cero el peligro de accidente, pero es una precaución obligada. Los simios no pueden estar sólo en manos y bajo el cuidado de los investigadores". Lo cierto es que en el P4, para evitar la multiplicación de las amenazas, la limpieza corre a cargo de los propios científicos para evitar que tengan que cruzar sus triples barreras de seguridad personas sin preparación. "El Ministerio del Interior, a efectos de seguridad, considera que el P4 exige las mismas precauciones que una central nuclear. ¡Pero está en el centro de Lyón!", denuncian.
Es probable que buena parte de los temores que ahora despierta el P4 sean hijos de los problemas de su directora, Susan Fisher-Hoch, con los propietarios de Mérieux y, de manera especial, con algunos de sus colegas. "Todo ha estallado por un ataque de celos", asegura el secretario general de la Fundación Mérieux. En su opinión, el protagonismo de la epidemióloga británica ha hecho que salieran a la luz pública determinados trapos sucios, como el incidente de la ducha. "Eso ha creado una mala imagen del laboratorio que no podemos tolerar". Y de ahí que la Fundación, después de haber dejado marchar a algunos especialistas franceses, haya optado por sustituir a la conflictiva dama por Vincent Deubel, autoridad en materia de fiebres hemorrágicas. "Susan ha cambiado completamente. No controlaba su equipo. Lo ha puesto todo patas arriba", declaraba a la prensa Charles Mérieux.
La puntilla contra Fisher-Hoch se la dio su imprudencia. Durante un viaje a Liberia, la científica se hizo con muestras de sangre de personas susceptibles de ser portadoras del virus de Lassa, uno de los clasificados P4. Una vez en Lyón, esas muestras no habrían sido guardadas en lugar adecuado y lo bastante seguro. Ella niega la presencia del virus. "Y de haberlo, no habría sobrevivido al viaje".
Sea cual sea la realidad, algunos lyoneses tienen miedo y se preguntan por qué un centro de nueva planta del tipo P4 ha de estar entre viviendas. "No se pueden descartar ni la hipótesis del atentado ni la del accidente", dicen en Gerland, al tiempo que repiten que "nosotros también somos partidarios del llamado riesgo cero. No entendemos por qué ha de estar reservado a los habitantes de países más ricos".
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