Una tortura
Domingo 25 de junio de 2000. Astorga. Exposición de Las edades del hombre. Llegamos dos matrimonios con hijos mayores a la entrada y preguntamos si podemos ver la exposición con guía, pero, por lo visto, no puede ser hasta última hora de la tarde. Entramos por nuestra cuenta. Nada más entrar, un grupo guiado nos alcanza. El guía explica y nosotros no podemos evitar escucharle.Una señorita del servicio de orden nos dice que no podemos estar ahí oyendo. Me quedo avergonzado porque efectivamente estaba oyendo. Nos apartamos. El grupo prosigue su camino. Nosotros seguimos más despacio porque hemos comprado un folleto que nos ayuda a valorar lo que vemos y tardamos en identificar cada cosa. Nos alcanza otro grupo. Miro de reojo a la del servicio de orden, que ahora es otra y, a su vez, nos vigila.
Nos apartamos y leo a mi hija el folleto para que quede patente que no estoy escuchando al guía del segundo grupo. Seguimos la visita y vemos que a otras personas les llaman la atención por lo mismo. La visita se convierte en una incomodidad intentando, cada dos minutos, no solamente no oír, sino parecer que no oyes a los guías de los grupos que te alcanzan.
Para colmo, quiero ver un diaporama, pero empieza dentro de 13 minutos; intento seguir la visita para luego retroceder, pero me dicen no se puede hacer, por lo que aguanto a pie quieto los 13 minutos. Pasan a mi lado varias visitas guiadas y yo hago como que soy un marciano que no entiende ni escucha nada. Así hasta el final. Una tortura. A la salida veo que hay más gente molesta por el mismo asunto que yo.- Jesús Muñoz Criado. Madrid.
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