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Dos promotoras compran a Mahou la finca que la Comunidad prohibió convertir en pisos

Antonio Jiménez Barca

En 1962, la cervecera Mahou levantó su factoría en el paseo Imperial, al costado de la M-30: 61.000 metros cuadrados que producían al día cinco millones de litros de cerveza. En junio de 1996, el grueso de esta fábrica se mudó a Alovera (Guadalajara), pese a las críticas del Gobierno regional, que aseguró entonces que sobre la finca industrial que dejaba Mahou en Madrid nunca se podrían construir pisos. Dos inmobiliarias comunicaron ayer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores que han comprado el terreno de Mahou para levantar "un parque empresarial para oficinas y residencial".

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Las dos promotoras que se han hecho con estos terrenos -muy bien situados desde el punto de vista inmobiliario, ya que están cerca del Pasillo Verde Ferroviario, donde se han construido en los últimos años miles de viviendas para rentas medias y altas- son Inmobiliaria Colonial, radicada en Barcelona, y el Grupo Reyal de Madrid. Un portavoz de Inmobiliaria Colonial aseguró ayer que esta empresa "sólo se va a encargar de levantar un parque de oficinas que dará trabajo a 4.000 personas". Según este portavoz, Inmobiliaria Colonial comprará cerca de 42.000 metros cuadrados, de los 60.000 que tiene la finca, por 7.000 millones de pesetas e invertirá 5.000 millones más en la construcción del parque de oficinas.

En una nota remitida ayer por Inmobiliaria Colonial a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se especifica que la inversión total y conjunta en este terreno ascenderá a 30.000 millones de pesetas y que, con "esta compra, Grupo Reyal consolida su posición como líder residencial en la zona sur de Madrid". Este periódico intentó recoger ayer, sin éxito, la versión del Grupo Reyal sobre la operación.

La marcha de Mahou a Alovera sentó muy mal al Gobierno regional de Ruiz-Gallardón, que batalló, sin éxito, para que la empresa cervecera, que daba trabajo por entonces a 1.000 personas, se quedara en la región y no emigrara a Castilla-La Mancha.

Grifo de las plusvalías

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Al final, contrariado por la marcha de la empresa, el Gobierno de la Comunidad de Madrid prometió que jamás permitiría que Mahou vendiera ese terreno como suelo residencial; esto es, para hacer pisos. Así cerraba "el grifo de las plusvalías multimillonarias" a Mahou, ya que un terreno en el que se pueden levantar viviendas es más caro y productivo que uno que sólo puede acoger plantas industriales. En junio de 1996, el consejero de Obras Públicas, Luis Eduardo Cortés (PP), aseguraba: "No pienso dar el visto bueno a su recalificación, porque se marchan fuera de la región". El consejero se volvió a ratificar ayer: "Nuestro criterio, contrario a recalificar esa zona industrial para levantar viviendas, sigue firme. Nada ha cambiado". Según explicaron en junio de 1996 los miembros del comité de la cervecera Mahou, en la decisión de la empresa de abandonar el territorio madrileño primaron, sobre todo, los incentivos fiscales de Castilla-La Mancha.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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