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El atractivo de 'Pequeñeces'

Hace ya casi 20 años, cuando la televisión no era el erial de hoy en día, había programas magníficos como La clave. Uno de estos programas estuvo dedicado a los jesuitas. Y la película elegida para ilustrarlo fue Pequeñeces, basada en la más célebre de las novelas del jesuita jerezano Luis Coloma.Uno de los invitados al coloquio, el jesuita Ignacio Ellacuría, señaló tras ver la película que el mundo de Pequeñeces le quedaba muy lejos, que eran otros los problemas a los que se debía enfrentar. En efecto, al cabo de unos años fue asesinado en El Salvador por la extrema derecha debido a su activo papel en la defensa de los más humildes, que en esa zona del globo suelen ser la mayoría de la población.

Aunque el mundo de la novela Pequeñeces (1890) quede muy lejos de la sensibilidad actual, lo cierto es que sigue reeditándose. ¿Por qué? Porque Pequeñeces es un libro muy bien escrito por un sacerdote endiabladamente inteligente; porque la novela está empapada de un sentido del humor que a veces provoca carcajadas; porque es una obra que ayuda a conocer muchos aspectos de la vida de las clases dirigentes españolas del reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873).

La novela está llena de inquina contra todo lo que signifique liberalismo. No en vano Coloma se apuntó al carro más reaccionario de la política. Hecha esta salvedad, Pequeñeces se lee bien. Uno de los factores de su atractivo es su protagonista, la condesa Currita Albornoz.

Currita es frívola, pueril, impertinente y lista. Quiere ponerse el mundo por montera; pero, a la vez, intenta guardar las formas para que no la expulsen de los círculos aristocráticos. Aunque es una mujer casquivana y egoísta, parece que el padre Coloma no puede evitar cierta fascinación por sus trapisondas. Además, la novela presenta personajes de gran comicidad. El marido de Currita -un pobre diablo majadero y cobarde que no se entera de los devaneos de su mujer- es uno de ellos.

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