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Reportaje:ELECCIONES EN MÉXICO | ELECCIONES EN MÉXICO

Labastida y Fox se disputan la presidencia en las elecciones más reñidas de la historia

Nuevas denuncias de intentos de compra de votos en vísperas de la votación

Juan Jesús Aznárez

México, cuya fisonomía política y económica ha registrado esenciales transformaciones en los diez últimos años, protagoniza hoy las elecciones más plurales y equitativas de su historia, a pesar de las denuncias de coacción y compra de votos. No sólo está en juego la presidencia de México, controlada desde 1929 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), también se ventilan los 500 diputados y 128 senadores del Congreso, la jefatura del Distrito Federal, los gobiernos de Guanajuato y Morelos y 9 de las 32 asambleas legislativas locales.

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Más que a unas elecciones, México acude a un referéndum sobre la continuidad o no del PRI al frente de la república. Francisco Labastida, de 57 años, que lo ha sido casi todo en el partido del Gobierno, y el rompedor Vicente Fox, también de 57, candidato del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), disputan la presidencia federal a cara de perro, seguidos a distancia por Cuauhtémoc Cárdenas, de 62, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda, y por dos aspirantes menores: Manuel Camacho y Gilberto Rincón Gallardo. Anteceden unos comicios trascendentales y hasta ahora pacíficos. Los márgenes son estrechos, y ese codo a codo denota autenticidad. De ganar la oposición, México entraría en la transición más importante en casi un siglo."El sistema de partido se ha convertido en uno plenamente competitivo", señala José Woldemberg, presidente del Instituto Federal Electoral, el organismo acordado por los partidos que se encargará del escrutinio. Garantizar un esquema electoral justo le ha costado al país mil millones de dólares (180.000 millones de pesetas) en los últimos seis años. Aun así, el PAN y el PRD proclaman que la campaña no ha sido justa, porque la maquinaria e inercia del sistema fueron activadas en beneficio de un partido cuyos colores son los de la bandera nacional. Todavía ayer aparecían denuncias. El gobernador de Michoacán, Víctor Tinoco, espiado telefónicamente, proponía al candidato a senador por el PRI Antonio García un desembolso económico para asegurar triunfos electorales. "Yo les pensaba dar 3.000 pesos [unas 50.000 pesetas] a cada uno de ellos". "Sí, mi gober", respondió el candidato, según el diario Reforma.

No obstante, los tres grandes partidos de esta nación de cien millones de habitantes, el 40% pobre, deprimido en el sur y pujante en el norte, han dispuesto de cien millones de dólares públicos cada uno para hacer proselitismo legal, y los 58,9 millones de electores tuvieron acceso a las intenciones de los contendientes. El oscurantismo retrocede en México. La población es progresivamente más urbana y educada, menos campesina, menos manipulable. Y, aunque la mayoría de los mexicanos menores de 35 años, un tercio del electorado, parece dispuesta a apoyar a Fox o a Cárdenas, según los estudios sociológicos, los resultados son una incógnita, porque la fiabilidad de las encuestas es relativa en un país tan complejo.

Los fundamentos del país han cambiado. La economía se abrió a la iniciativa privada, el PRI perdió el control sobre parte del voto corporativo, los partidos de oposición aumentaron su presencia en las instituciones y los medios de comunicación, aunque mayoritariamente favorables al PRI, abrieron sus puertas a todos. Las condiciones del sufragio son también muy distintas a las observadas durante los pucherazos anteriores. Desde 1994, el padrón y las listas nominales de electores pasaron 59 auditorías y 156 elecciones locales sin apenas impugnaciones. No ha habido términos medios en la campaña, y los dos candidatos de oposición favoritos se reservan el derecho a denunciar tongo si observan trampas de última hora. "El país está mucho peor, están más deteriorados los niveles de vida, cada vez hay más emigrantes y más carencias, pero sobre todo más reclamos", declaró Cárdenas, que compite por tercera vez en unas presidenciales. Vicente Fox, ex gobernador de Guanajuato, remata: "El PRI destrozó el país con la generalizada corrupción, el narcotráfico y la impunidad. Pero está en marcha una revolución de esperanza como la Primavera de Praga".

Labastida sostiene que, aunque queda mucho por hacer en el cuerpo social, institucional y político, nunca estuvo México, en el último cuarto de siglo, como lo está ahora financiera y macroeconómicamente como para prosperar y avanzar contra la desigualdad social, una de las más lacerantes de América Latina. El partido oficial confía en prorrogar mandato. Es especialmente poderoso en el campo, donde unos veinte millones de personas, indígenas y campesinos principalmente, dependen de los subsidios estatales, cuya propiedad atribuyen al PRI.

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