Un jardín para el recuerdo
Decenas de latas de cerveza de las más variopintas marcas y procedencia decoran parte de una de las paredes del bar Cervantes, lugar de cita para la mayoría de los jóvenes del municipio almeriense de Albox que cada fin de semana se entregan al ritual de la expansión nocturna.Las latas, integradas como un elemento más del local, guardan celosas la afición de quien las reunió. Al igual que antes fueron las piedras más insólitas o las monedas y billetes más raros, esas latas forman parte del impulso coleccionista que prendió desde pequeño en José Navarro, un joven albojense que centró su entusiasmo en una colección más peculiar aún: los cactus.
Anodinos, homogéneos, incluso sin encanto aparente para muchos, José halló en los cactus todo un campo para dar rienda suelta a su pasión por unir en una misma colección ejemplares tan distintos como iguales. Empezó a interesarse por las plantas que rompen la desnudez del desierto cuando aún era un adolescente. Y ya nunca abandonó esa pasión.
Tuvo que abandonarlo la vida a él, para que cejara en su empeño por reunir todas las variedades de cactus que en la aridez del globo existen. A José Navarro se lo llevó una cruel enfermedad cuando aún era muy joven. A su padre y a su hermana les legó, amén de la estela que dejó su bondad, un jardín para el recuerdo integrado por más de 1.600 variedades distintas de cactus.
Ahora los cactus están en la terraza de la casa de José, sobre el bar tras cuya barra tantas noches compartió con parroquianos y amigos. El padre, José Navarro Sánchez, y su hermana Juani han convertido la terraza en una suerte de invernadero mientras tratan de cuidar lo mejor que pueden los cactus que con tanto mimo fue reuniendo el hijo y hermano.
"El se subía aquí, a la terraza, y se pasaba horas cuidando los cactus, haciendo trasplantes de unas macetas a otras, reuniendo semillas...", rememora el padre, que ahora espera poder donar toda esa colección al pueblo de Albox para que los vecinos que conocieron a su hijo puedan tener también la posibilidad de apreciar de cerca una colección única.
Según el padre de José, en España no se conoce una colección privada de cactus integrada por tantas variedades distintas. En Alicante o Tenerife sí se pueden ver muchos cactus variados, "pero allí hay semilleros. No son colecciones privadas juntadas por una sola persona", explica José Navarro Sánchez.
En Murcia, la ciudad donde trabajó y vivió un tiempo, el lugar donde ahora Mari, la novia de José, cuida también parte de la colección de cactus, se han interesado por custodiar tan peculiar colección, que ha despertado igualmente la curiosidad de algunas universidades. Pero a la familia y a los amigos de José lo que más les complacería es que las plantas se quedaran en el pueblo donde el jardín fue surgiendo.
México, Bolivia, Brasil y Argentina son sólo algunos de los países a los que José se dirigía para solicitar que le enviaran algún curioso ejemplar. José pertenecía a un club donde recibía información y a través del cual iba elaborando el particular jardín. Por el cactus más caro llegó a pagar 18.000 pesetas.
"Esto no necesita mucho trabajo, en invierno pasan largas temporadas sin que haya que regarlos. En verano, necesitan agua con más frecuencia. Pero no más de 300 litros cuando se riegan todos. Lo que pasa es que, aunque no den trabajo, el tratamiento debe ser el adecuado y de eso el que sabía era mi hijo", comenta José Navarro Sánchez mientras cultiva el recuerdo en el jardín.
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