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Kohl acusa al Parlamento alemán de querer "arrastrar por el barro" sus años de Gobierno

Pilar Bonet

Helmut Kohl, excanciller federal alemán, se mantuvo ayer firme como una roca y no quiso revelar los nombres de los donantes anónimos de la CDU al comparecer ante la comisión investigadora del Parlamento (Bundestag), donde la lucha política entre la actual coalición gubernamental y la Unión Cristiana Democrática (CDU), que Kohl presidió durante 25 años, prevalece por encima de la búsqueda de la verdad. El excanciller argumentó que estuvo muy ocupado en lograr la reunificación de Alemania y que no comprende cómo ahora le quieren "arrastrar por el barro".

En una declaración oral de una hora, el excanciller negó la existencia de sobornos y reveló poco o nada sobre el meollo de la investigación. En cambio, dio muchos datos sobre su forma de entender el poder y su propio papel en la historia. La esencia del mensaje de Kohl fue que su concentración en la gran tarea histórica de la reunificación alemana, a principios de los noventa, y la lucha contra los muchos "enemigos" que aparentemente se oponían a aquel proceso le impidió ocuparse de otros asuntos que ocurrían simultáneamente. El canciller aparentaba no comprender -o tal vez no comprendía- cómo era posible que ahora se le hagan reproches por temas que él aparentemente consideraba nimios. Kohl dijo ser víctima de una "difamacion sin precedentes" y acusó a la comisión de querer arrastrarle "por el barro" y convertir en "un delincuente" a la persona que estuvo al frente de Alemania durante "dieciseis años de éxito".

Kohl dijo haber estado absorbido por la reunificación, y en "imponerla" en "contra la resistencia internacional y nacional". "Hoy casi se ha olvidado que una amplia parte del SPD y Los Verdes, con el apoyo de buena parte del personal dirigente de los medios alemanes, lucharon contra la unión de Alemania", dijo. Kohl señaló también que había luchado por impedir que el proceso de negociaciones entre las cuatro potencias vencedoras de la IIGuerra Mundial y los dos Estados alemanes concluyera con una gran conferencia final de Paz, porque tal cosa hubiera "paralizado durante años y finalmente hubiera impedido" el establecimiento de una Alemania unida.

En cuanto a los donantes, cuyos nombres mantiene en secreto, Kohl fue tajante: "Lo que me pasa a mí da una idea de lo que les pasaría a los donantes si revelara su nombre hoy", señaló tras asumir de nuevo su responsabilidad por haber recibido hasta dos millones de marcos (170 millones de pesetas) en mano entre 1993 y 1998.

El canciller se refirió al destino corrido por dos de sus benefactores tras el escándalo: Erich Schumann, un veterano militante del SPD, que ha sido expulsado del partido por entregar 800.000 marcos a la CDU, y el ejecutivo de la empresa Nestlé Helmut Maucher, quien, tras entregar 500.000 marcos a Kohl, ha tenido que enfrentarse con un llamamiento a boicotear sus productos por parte de la socialdemócrata Heidi Simonis, dirigente del land de Schleswig-Holstein.

El excanciller se esforzó ayer por guardar la compostura, pero a veces no podía contener su desprecio, que se hacía extensivo a los dirigentes socialdemócratas, sin olvidar siquiera a Willy Brand -al que en otras ocasiones en el pasado había protegido de sus iras- y a los periodistas, tanto alemanes como extranjeros. Una y otra vez, Kohl se encogía de hombros, movía negativamente la cabeza haciendo temblar sus carnosas mejillas y se repetía frases como "no lo conservo en la memoria" o "no me acuerdo". A menudo, hacía como que se interesaba mucho por un tema, pedía precisiones, mientras en la sala se avivaban las expectativas de que se rompiera el círculo vicioso del olvido. Pero fue en vano. El diálogo volvía de nuevo a desembocar en los mismos latiguillos: "No me acuerdo", "no tuve nada que ver", "nunca me deje sobornar".

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A los escándalos no esclarecidos se añadió ayer otro nuevo, esta vez de carácter político: los representantes de la CDU en la comisión parlamentaria -que en teoría deben contribuir al esclarecimiento de la verdad- han mantenido contactos regulares con Kohl (por lo menos diez visitas) a lo largo de sus siete meses de trabajo y, especialmente, antes de los interrogatorios de testigos importantes, según la información difundida ayer por los partidos gubernamentales. Tras airear estos datos, basados en la agenda de Juliane Weber, la fiel secretaria del excanciller, los socialdemócratas y Los Verdes pidieron que todos los "informantes" de Kohl se conviertan en testigos de la comisión.

La víspera, el responsable de una investigación llevada a cabo en la cancillería federal confirmó que, antes de que Kohl concluyera su mandato en 1998, en este organismo se habían destruido o se habían hecho desaparecer importantes materiales en los temas investigados ahora por la comisión.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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