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Oracle pagó a detectives para encontrar pruebas contra su rival Microsoft

El Departamento de Justicia de EE UU no fue el único que asedió a Microsoft. Mientras el gigante de la informática lidiaba su batalla antimonopolio con el Gobierno, su rival número uno, Oracle, encargó a una agencia de detectives que espiara a las asociaciones que en público defendían a Bill Gates para demostrar que Microsoft financiaba sus actividades. El escándalo muestra la agria rivalidad en la industria de la informática, pero también ha puesto en un aprieto a la prensa de prestigio estadounidense.En junio de 1999, Oracle contrató a una firma de detectives dirigida por un ex investigador del caso Watergate para que demostrara que Microsoft pagaba a grupos independientes para hacerle la campaña en el juicio antimonopolio. Por ese tiempo, unos deconocidos robaron ordenadores en una de estas asociaciones e intentaron sobornar sin éxito a los conserjes de otra. Este detalle, junto al currículo del dueño de la firma y al apellido del espiado (Gates), ha llevado a algunos de bautizar este escándalo con el nombre de Watergates.

Meses después, coincidiendo con la batalla legal de Microsoft, Oracle indicó que de las investigaciones -sin mencionar nada de espionaje, por supuesto- se desprendía que tres asociaciones "estaban actuando de forma engañosa como grupos de abogados independientes, cuando en realidad su trabajo era diseñado por Microsoft con el objetivo expreso de influir en la opinión pública a favor de Microsoft durante el juicio antimonopolio".

Informaciones similares aparecieron en la prensa. Tres de los diarios de más prestigio -The New York Times, The Wall Street Journal y The Washington Post- publicaron documentos que conectaban las cuentas corrientes de tres de estas asociaciones con las de Microsoft. Citaban a fuentes cercanas a estos grupos.

Oracle reconoció ayer el espionaje, pero rechazó que se hiciera nada ilegal para obtener las pruebas: "Cuando encargamos la investigación, no les dijimos cómo debían de hacer su trabajo, pero sí insistimos en que todo debía ser legal". Portavoces de los periódico apelaron al secreto profesional para no revelar sus fuentes, pero insistieron en que nunca han tenido conocimiento de que la documentación fuera obtenida de forma ilícita. En las oficinas de la agencia de detectives, no obstante, nadie quiso hacer ningún comentario.

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