Los empresarios reclaman a Aznar un plan para apoyar la presencia española en China

Enrique de Aldama, vicepresidente de la CEOE, pedirá hoy a José María Aznar en Shanghai, capital económica de China, que el Gobierno apruebe un plan especial para apoyar la penetración de las empresas españolas en el gigante asiático. Su tesis es que no se puede vender a China sin estar allí y que, por tanto, no basta con la línea de crédito de 700 millones de dólares (123.000 millones de pesetas) que se acaba de prorrogar hasta 2003 para financiar la exportación de productos españoles. Hace falta, además, un programa de apoyo financiero a la implantación de empresas españolas en China que garantice la continuidad de las misiones comerciales, jornadas técnicas y ferias.

Es seguro que la propuesta no desagradará a Aznar, quien ya el lunes en Pekín aseguró que la presencia en China es la "asignatura pendiente" de las empresas españolas, volcadas hasta ahora en el mercado europeo y latinoamericano, y una de las prioridades de su segundo mandato. Hoy inaugurará la Oficina Comercial de España en Shanghai, que con una dotación de 30 personas será la más potente en Asia, junto a Tokio. Los 200 empresarios que acompañan a Aznar constituyen la comitiva más numerosa que ha tenido nunca un presidente español. La convocatoria del Consejo Superior de Cámaras de Comercio y de la CEOE obtuvo un éxito sin precedentes, a pesar de que la visita se aplazó dos veces por razones de política interna española. Integran la delegación los presidentes de Endesa, Rodolfo Martín Villa; Enresa, Antonio Colino; Empresa Nacional de Uranio, José Luis González Martínez; Mercasa, Miguel Ramírez González; Red Eléctrica Española, Pedro Mielgo; Equipos Nucleares, Juan Luis Ruiz Núñez; Alcatel, Miguel Canalejo; Alsa, José Cosmen; Nutrexpa, Ignacio Ferrero, y Técnicas Reunidas, José Lladó, así como el consejero delegado de Unión Fenosa, Victoriano Reinoso, o el presidente del Comité Bilateral Hispano-Chino, Xabier de Irala.

También Felipe González se llevó a China una delegación de empresarios, aunque no tan nutrida, en 1985 y 1993. Entonces, como ahora, se subrayó el mercado potencial del país más poblado del mundo, con 1.300 millones de habitantes. Sin embargo, las exportaciones españolas han caído de 885 a 464 millones de dólares en los últimos cinco años (el 2,5% del total de la UE) mientras las importaciones de China crecían de 2.340 a 3.828 millones de dólares. China ha sido el país del mundo que más ha crecido en los últimos 20 años y hoy es ya la séptima potencia económica del planeta.

China está mudando aceleradamente de piel, como evidencia un breve paseo por Pekín o Shanghai, aunque por debajo se mantienen abismales desequilibrios: la mayor parte del interior del país sigue sumida en un profundo atraso, cuenta sólo con el 25% de la media mundial de agua por habitante y su producción total de leche es inferior a la de España. Su próxima entrada en la Organización Mundial de Comercio (OMC) agudizará sin duda esas diferencias y disparará a corto plazo el desempleo, el 10% tras haberse doblado en el último año. Aún así, a juicio de Aznar, es una oportunidad de oro para que empresas españolas recuperen tiempo y dejen de estar a la cola de sus homólogas europeas, pues el ingreso en la OMC traerá una rebaja de aranceles, un marco estable para las inversiones extranjeras y una adaptación a las normas del comercio internacional.

Pero tampoco se puede improvisar. La mayoría de los empresarios que acompañan al presidente representan a las aproximadamente 130 empresas españolas que ya están instaladas o tienen delegación en China, diez veces más en todo caso que hace una década. Muchos de ellos reconocen que la visita de Aznar ha agilizado trámites que llevaban meses bloqueados. La pesada maquinaria china -y, en menor medida, también la española- se ha engrasado ante el interés de ambas partes por dotar de contenido al viaje.

Un caso paradigmático ha sido la firma, el lunes, de la venta de dos simuladores de aviones Boeing 737 de la empresa española Indra a Hainan Airlines por 8.000 millones de pesetas, que se venía negociando desde hace dos años. En total, se han firmado 20 acuerdos, la mayoría de ellos aún preliminares, entre compañías españolas y empresas u organismos oficiales chinos.