Lev Dodin lleva al Mercat una obra sobre la utopía del comunismo
En 1927, el ruso Andréi Platónov (1899-1951) escribió una de sus más importantes novelas, Txevengur. Pese a ser un comunista convencido, puso de manifiesto en esta obra la utopía de llevar a la práctica el comunismo. La novela fue censurada, y no se publicó hasta 1989. El Maly Drama Theatre de San Petersburgo adaptó el texto y, desde hoy y hasta el viernes, muestra el resultado en el Mercat de les Flors.La compañía está dirigida por el prestigioso Lev Dodin, galardonado este año con el Premio Europa de Teatro. Él es también el coautor, con Oleg Senatov, de la adaptación de la novela, que reúne en el escenario a 27 actores. Dodin explica el argumento de Txevengur como "la demostración de lo que fue la revolución rusa, en la que Platónov participó". Pero también como la plasmación de una voluntad intrínseca en la condición humana: "Vencer las dificultades y construir el paraíso en la tierra, algo a lo que no sólo han aspirado los rusos, sino todo el mundo".
El director opina que la novela "es profética en cierto sentido, porque el autor explicó en ella qué ocurriría después de la década de los veinte, cuando la escribió, pero también qué pasaría a lo largo de todo el siglo y también en el XXI". La pieza presenta a un grupo de hombres, desarraigados y marginales, que intenta formar una nueva comunidad -la que da título a la obra- para poder vivir según los principios del perfecto comunismo. Por diferentes avatares, la comunidad nace con mal pie, y sus fundadores irán descubriendo que no es posible sostenerla.
Llevar a escena la novela ha supuesto un riguroso trabajo, con ensayos que se han prolongado durante dos años, en un claro ejemplo de la filosofía del Maly Drama Theatre. "Para nosotros, el teatro es una forma de vida", afirma el director. En el repertorio de la compañía, las obras se mantienen durante muchos años, a veces durante décadas, porque, como afirma Dodin, "un buen espectáculo, como un buen libro, es eterno". Sólo el relevo generacional pone límites a la explotación de un montaje. "No comprendo el teatro europeo, de un solo uso, en el que las obras se ensayan sólo durante algunas semanas y se renuevan constantemente", admite. El director señala que, para poder mantener tanto tiempo un espectáculo, es necesario "que tenga mucha vida", algo que se adquiere con muchos meses de trabajo y se traduce, a menudo, en montajes de larga duración. Txevengur, de dos horas y 20 minutos sin entreacto -se representa en ruso, con subtítulos en catalán-, no es el ejemplo más representativo: la compañía ha hecho un montaje de The Devils, de Dostoievski, que dura 10 horas.
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