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Reportaje:

Alcarràs: un ejemplo de integración social

En Alcarràs, población de 4.823 habitantes situada a 12 kilómetros de Lleida, las circunstancias que rodean la contratación de temporeros han mejorado sustancialmente en los últimos años. En estas fechas empiezan a llegar a la zona del Baix Segre, una de las principales productoras de fruta, los primeros temporeros. Llegan en oleadas, mayoritariamente procedentes de países del Magreb y del África subsahariana. Las calles, las plazas y los bares de poblaciones como Alcarràs, Aitona, Torres de Segre, Seròs, Soses, Massalcoreig y La Granja d'Escarp experimentan una profunda transformación: se convierten para esta mezcolanza de trabajadores ilusionados en una sala de espera hasta su contratación.Alcarràs, a diferencia de otros municipios del entorno con un elevado nivel de conflictividad, es el paradigma de la normalidad. En el último bando del Ayuntamiento, en el que se fijan las normas para una buena convivencia ciudadana durante la campaña de recogida de la fruta, no aparece ninguna disposición referida a los inmigrantes. Las normas, que podrían ser válidas para cualquier población sin temporeros, se limitan a regular el horario de cierre de los bares y a prohibir pernoctar en la calle, alterar el descanso de los vecinos, ensuciar la vía pública y beber fuera de las zonas autorizadas.

Una de las cosas que más sorprenden al visitante que llega por primera vez a esta población es la desproporcionada presencia de inmigrantes procedentes del África negra. En Alcarràs resulta difícil encontrar temporeros magrebíes. Nadie tiene una respuesta convincente para explicar una realidad que incluso ha dado algunos chistes. Uno: "¿A que no sabes por qué ahora las cigüeñas que hay en Alcarràs no emigran como antes a zonas de clima más benigno cuando llega el invierno?". La respuesta es: "Porque cuando sobrevuelan el pueblo ven a tantos negros que creen estar en África".

Actualmente hay censados en Alcarràs unos 150 inmigrantes negros y la cifra tiende a aumentar porque cada año se queda alguien a vivir en el pueblo de forma permanente. En la escuela pública hay 30 alumnos de primaria que pertenecen a este colectivo. "No hay ningún problema de integración", señala Serra.

El consistorio leridano, que hace cinco años abrió un albergue con capacidad para 125 personas, ha decidido dar un nuevo paso y ya prepara un paquete de medidas para resolver uno de los principales problemas que denuncian los temporeros: la falta de alojamiento. El consistorio rehabilitará casas antiguas para alquilarlas por un precio asequible.

"Uno de los principales problemas con que nos encontramos al llegar aquí es la falta de vivienda. Puedes conseguir un trabajo y, en cambio, no sabes dónde ir a dormir porque nadie te alquila una casa", se queja Peter Amissah, temporero de Costa de Marfil que acaba de llegar a Alcarràs.

Mamadou Diallo, un gambiano de 29 años que lleva un año empadronado en Alcarràs, ha puesto su experiencia al servicio de sus paisanos recién llegados, a quienes informa de los trámites para conseguir un contrato. Trabaja en una empresa de Lleida dedicada a la fabricación de envases, vive en un piso y no le importaría quedarse mucho tiempo si logra traerse a su mujer.

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Las expectativas no son tan halagüeñas para el senegalés Ayatoula Sarr, de 23 años. Llegó a Alcarràs hace una semana con los permisos de trabajo y de residencia en regla, pero con poco dinero. "Busco trabajo, pero no lo encuentro y todo son problemas. Desde que llegué he tenido que dormir en la calle, como la mayoría, y todavía no sé lo que es comer un plato caliente".

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