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Cuatro revistas británicas rechazan que se les culpabilice de la anorexia

Las directoras niegan un pacto de autocontrol con el Gobierno

Isabel Ferrer

Dos días después de una reunión organizada por el Gobierno, en la que representantes de varios medios admitieron que sus imágenes de moda -con cuerpos que no superan la talla 36- podrían fomentar la anorexia, las directoras de las ediciones británicas de cuatro de las principales revistas del ramo (Vogue, Cosmopolitan, Elle y New Woman) repudian toda injerencia gubernamental en su labor.

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A la cita en Downing Street asistieron 41 representantes de los diarios y televisiones nacionales, revistas de modas y juveniles y agencias de modelos, además de escuelas de diseño. La información facilitada al término de la reunión se produjo en el sentido de que todos habían admitido la posible influencia de las fotos de modelos muy delgadas en los hábitos de las jóvenes, y que se había pactado el autocontrol.Pero las directoras de las cuatro publicaciones mencionadas han firmado una nota conjunta en la que precisan que no suscribieron la formación de un organismo autorregulador que contribuyera a disociar belleza y delgadez. "Da la sensación de que hemos sido unos irresponsables con nuestro trabajo. Presentar la reunión como un éxito para el Gobierno y una derrota nuestra, es buscar el voto femenino con descaro", ha señalado Rachel Loos, directora en funciones de Elle.

Su colega de la revista Vogue, Alexandra Shulman, ha sugerido que la idea de la supervisión mutua de las revistas para evitar las modelos esqueléticas, presentada el pasado miércoles como un acuerdo unánime, "ha sido deformada por Marie Claire por motivos publicitarios". La directora de esta última, Liz Jones, aprovechó la despedida de la cumbre para anunciar que un organismo constituido por las propias publicaciones vigilaría la buena conducta de éstas. Según Shulman, el hecho de que Jones se sentara junto a Tessa Jowell, secretaria de Estado de Sanidad -que presidió la reunión- denota que intentaba aumentar sola sus ventas.

La versión británica de Marie Claire ensaya curiosas estrategias. Así, ha lanzado su último número con dos portadas, una con Pamela Anderson y la otra con Sophie Dahl, una modelo cuya talla 14 (equivalente a la 44 en España) se identifica más con la media de la población. El intento era comprobar cuál de las dos tenía mejor acogida: el 65% de los lectores optaron por la segunda.

Los que rechazan hoy la supuesta presión oficial insisten: "Siempre hemos rechazado modelos que parezcan enfermas o un saco de huesos. Lo que es ridículo es pensar que vamos a intercambiar instantáneas para ver si las elegidas en los próximos meses son aún demasiado delgadas", en palabras de la directora de Vogue.

Las quejas de este grupo de revistas se extienden a la actitud que debe esperarse del mismo: la cumbre de la delgadez, convocada por el ministerio de Sanidad -preocupado por el hecho de que el 4% de las británicas sufran problemas de anorexia o bulimia- no les fuerza, dicen, a buscar modelos más rellenas para sus páginas en el futuro.

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