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Borís Rotenstein dirige 'Nus', de Joan Casas, en la sala Muntaner

El nudo que entraña cualquier relación de pareja y el desnudo de dos amantes en la intimidad. A este significado ambivalente hace referencia Nus, el título de una obra teatral de Joan Casas que, bajo la dirección de Borís Rotenstein, se representa en la Sala Muntaner de Barcelona. El espectáculo narra la evolución del sentimiento amoroso y está cargado de ambigüedad. Así lo reconocen el director y sus dos intérpretes, los actores Sergi Caballero y Estela Martínez, integrantes de la compañía Mutis pel Fòrum. Rotenstein dice que el término nudo que encierra el título en su traducción al castellano se explica porque "cualquier unión, si es deseada, implica por un lado el acercamiento, y por otro quitar la libertad al otro". En cuanto al desnudo, el director señala que es tanto físico -"pero sin morbo, es un intento de explicar qué quieres de la otra persona cuando la desnudas"- como interior, porque los personajes se formulan constantemente preguntas para saber realmente quién es el otro y para descubrir qué esperan realmente de él.

"Es una obra seria, como el mismo amor", indica Rotenstein, poco amigo de explicar con palabras sus montajes teatrales por miedo a desvelar secretos que reserva para el espectador. "Dentro del amor hay momentos de ternura, de celos, agradables, desagradables... nosotros queremos contribuir a descubrir qué es el amor entre dos personas. Hablamos de personas concretas, pero en realidad son la esencia de la pareja, es algo muy representativo, universal y muy humano", afirma. Rotenstein agrega: "La obra encierra un gran misterio porque cuando dos personas están enamoradas, la principal preocupación de cada una de ellas es saber si la otra le corresponde en la misma medida".

La historia presenta a dos amantes en tres momentos diferentes de su vida, que coinciden con otras tantas fases de su relación. "Es la dinámica, la tensión del amor", indica el director, y la compara con "la flecha que está en el aire, volando. ¿Caerá o tendrá energía suficiente para llegar a la diana?". Rotenstein, empeñado en implicar al público en sus montajes, evita la respuesta. "Es una puerta abierta que debe cerrar el espectador".

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