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Crítica:FLAMENCO - DIEGO CARRASCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Jugando, jugando

Si en el flamenco hay un hombre-espectáculo -por no escribir esa palabreja, showman, que no me suena para este arte- se llama Diego Carrasco y nació en Jerez. Un músico temperamental e imaginativo, que toca la guitarra, baila con todo el cuerpo y canta con una hermosa y grave voz que rompe con frecuencia en quiebros y giros imprevistos en el flamenco.Y, sin embargo, yo no diría que Diego Carrasco violenta el flamenco. En todo lo que hace hay siempre un poso genuino de jondura, aunque su vehículo expresivo sea prioritariamente la fiesta. Un espíritu vitalmente lúdico como el de Carrasco se aviene mal con el quejío lamentoso y el grito desesperado de los que el flamenco quizás abusa. Él casi todo lo convierte en fiesta, y hay que reconocer que en eso es un genio sin referentes visibles.

Diego Carrasco

Presentación del disco "Inquilino del mundo". Cante: Diego Carrasco. Teclados: Jesús Bola. Guitarra: Diego El Morao. Sala Caracol. Madrid, 20 de junio.

Jugando, jugando, Diego Carrasco hace de lo jondo una fiesta entrañable que conmueve y emociona. Juega fundamentalmente con los ritmos, que maneja con una libertad comunicativa y convincente. Tan convincente que el destinatario de esta música jamás la va a dejar pasar de largo sin reaccionar con la misma libertad que el creador le propone. Lo vimos y lo sentimos así en la sala Caracol, de Madrid, donde Diego Carrasco se movió como pez en el agua ante un público que no sólo lo entiende, sino que lo quiere y al que él quiere, como dijo en algún momento.

En ese público había muchos profesionales de lo jondo, porque Carrasco es artista para los artistas, a quienes interesa y apasiona lo que hace. Invitados de lujo, varios de los cuales subieron al estrado a poner su pincelada de arte: La Tati, Enrique Pantoja, Joaquín Cortés, Pastora Vega, Carles Benavent, Jorge Pardo, Tino di Geraldo... Mucho, mucho arte reunido, junto a los teclados de Jesús Bola -culpable en gran parte, como bien dijo Carrasco, de este disco- y el toque de Diego El Morao, incansables encauzando todo el raudal de música que afluía al conjuro de este Diego Carrasco inigualable.

Fiel a su estilo, a su concepto del flamenco y a su manera de interpretarlo, este disco que en Caracol nos ofrecieron en directo continúa brillantemente una trayectoria iniciada por el cantaor en anteriores grabaciones.

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