Negreros
Habrá más furgonetas como anticipo de la muerte. Más dover con la muerte en los ojos. Más muertos a uno y otro lado del Estrecho, en las costas andaluzas y las marroquíes. Unas muertes por goteo. Cadáveres que aparecen sin papeles. No tienen nombre. Hasta los animales que llevan en camiones al matadero tienen una muerte más digna. Muertos en las costas andaluzas en este año, más de 100. No se sabe cuántos cadáveres en las marroquíes, aunque dicen que 1.300 en los últimos seis meses. Estas muertes por entregas no son muertes mediáticas, pero también son vidas que se apagan en las frías aguas del Estrecho.¿Qué sociedad tenemos incapaz de terminar con el tráfico de esclavos? Estamos en el siglo XXI y aún, sin el ruido de las cadenas, suenan en nuestros oídos los lamentos de los kunta kinte. Hoy no son esclavos a la fuerza, sino que el hambre, la desesperación, les lleva a retar a la muerte. Es lo único que necesitan las mafias, los negreros de este siglo a los que la vida de una persona les importa un pimiento. Las costas andaluzas serán, cada vez más, costas de la muerte. La reforma de la ley de Extranjería que propone el Gobierno de Aznar no será el antídoto. Restringir los derechos de los emigrantes y disponer de más medios legales para expulsar a los ilegales no es la mejor solución.
La clave está en luchar contra las mafias, muy difícil, pero no imposible. Los que organizan a uno y otro lado de la frontera la ruta de la muerte. La aplicación de la ley debe ser implacable para los que se hacen millonarios comerciando con quienes buscan mejor futuro. Y también con sanciones ejemplares para quienes los contratan, con salarios miserables. Y que la Unión Europea pida al Gobierno de Rabat accciones más duras contra las mafias organizadas. Se ha empezado a descubrir la corrupción policial a uno y otro lado de la frontera de Marruecos. En estos casos, la ley debe actuar con toda la fuerza posible. Seguir esta línea de investigación puede deparar sorpresas.
Con todo, quizás si Europa, cada vez con una sociedad más envejecida y necesitada de mano de obra, regula con más sentido social la emigración, se pueda estar en el camino de evitar tragedias como las de Dover o la que, por suerte, no fue más que antesala de la muerte, en Mijas.JUAN DE DIOS MELLADO
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