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Reportaje:

El caso de Molière y la 'criada' desleal

El reciente robo y recuperación de unos valiosos libros en Granada habría servido de argumento a Arthur Conan Doyle para una de sus novelas. En los ingredientes sólo habría faltado la niebla: una de las primeras ediciones de las Obras completas de Molière, impresa en 1697; un propietario de la antigua burguesía; una criada desleal y un novio avispado, con antecedentes penales, amigo de lo ajeno. Como toque exótico, un antepasado cubano coleccionista de libros, que hizo fortuna en Argelia fabricando cigarrillos marca Don Quijote.Los libros reposan de nuevo desde el lunes en las estanterías de su legítimo propietario, Gerardo Jiménez, de 67 años. Se trata de ocho volúmenes primorosamente encuadernados y bien conservados de las Obras completas del dramaturgo francés Molière, menos conocido como Jean-Baptiste Poquelín (1622-1673). Fueron impresos en París en 1679 en el taller del maestro Denys Thierry. Según un experto de la Universidad de Granada consultado, su valor es relativo pero podría rondar las 300.000 pesetas.

De las baldas de la casa desaparecieron hace alrededor de 20 días, junto a los cuatro tomos de la traducción española de Nuevos elementos de fisiología, del caballero Richerand, impresos en Madrid en 1821. Jiménez los echó en falta y denunció su desaparición. La policía, tras dos semanas de pesquisas, los devolvió a su dueño. Aunque aún no ha logrado capturar al presunto ladrón.

La investigación policial apunta a que el ilustrado caco, de 36 años, tiene antecedentes por 11 delitos y responde a las iniciales A.C. Conoció la existencia de los libros de primera mano: a través de la que entonces era su novia, que trabaja como empleada doméstica en casa de Jiménez desde hace siete años. Pero no debía conocer muy bien el valor de los libros cuando los vendió por sólo 40.000 pesetas.

Según la Policía Nacional, A. C. atosigó durante meses a su novia para que los robara y se los entregara. A lo que ella se negó hasta que se rompió la relación sentimental. Finalmente, ella sucumbió a sus presiones y le entregó los cuatro volúmenes de Nuevos elementos de fisiología. Al parecer, otro día le facilitó el acceso a la vivienda para que se hiciera con los libros del autor de El avaro.

A. C., "muy bien vestido", intentó vender su botín a un librero de Granada. Pero topó con la honestidad del anticuario, que se negó a comprarlos porque el ladrón no pudo demostrar que era el propietario. Sí los malvendió a un cliente de la librería, en cuyo domicilio los encontró la policía.

La empleada del hogar ha sido puesta a disposición judicial, pero Jiménez la ha perdonado y seguirá trabajando para él. Los libros, posiblemente, sí se irán de la casa. Su dueño nunca ha estado muy interesado en ellos y quiere venderlos, aunque desconoce su valor. "El problema es encontrar a alguien que no sea un sinvergüenza", lamenta.

La notable biblioteca de Jiménez, con ejemplares de coleccionista, fue atesorada por su padre, "un hombre muy culto". Juan Jiménez, cubano de nacimiento y fallecido en 1966, fue catedrático de Francés de la Universidad de Granada y profesor de la antigua Escuela de Comercio, aunque hizo fortuna como empresario con una fábrica de tabaco instalada en Argelia. Su pasión por la lectura y la cultura francesa le llevó a buscar libros antiguos o curiosos.

Sus adquisiciones descansan hoy no lejos de un Niño Jesús atribuido a Risueño y unas reliquias de santos autentificadas por El Vaticano.

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