El poema, no el poeta
, Barcelona "Siempre pensé que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema". Esta frase de Jaime Gil de Biedma, que con el tiempo se ha convertido en sentencia recurrente para los seguidores y estudiosos de su obra, no fue citada textualmente ayer en el Pabellón Mies van der Rohe (la experiencia es un grado), pero resume a la perfección cuál fue el tono de la velada.
Se celebraba la primera de las tres jornadas del II Encuentro sobre Poesía organizado por las fundaciones Duques de Soria y Mies van der Rohe, que este año lleva por título Jaime Gil de Biedma, diez años después. Dirigido por Pere Gimferrer, este encuentro pretende recordar el décimo aniversario de la muerte del poeta barcelonés -ocurrida el 8 de enero de 1990- reuniendo para ello a un buen número de autores de la generación de los setenta y posteriores que frecuentaron en algún momento a Jaime Gil o que reconocen una clara influencia de su obra. En la sesión de ayer, siete de estos "coetáneos" ofrecieron su personal visión del escritor, tanto literaria como vivencial. No faltaron las anécdotas ni algún que otro lugar común, pero poco a poco entre todos consiguieron revivir a un Gil de Biedma seductor, de rápidos reflejos verbales, anglófilo y un punto dandi, pero sobre todo a un autor preocupado por fundir y confundir el poema en la vida, como si fuesen uno y lo mismo. Jaime Siles, el último en intervenir, lo resumió citando a Joan Ferraté: "Los temas de su poesía son sólo variantes de un único tema: su propio personaje espectral".
El acto se inició con las palabras de Pere Gimferrer, quien agradeció la presencia de Joan Rigol, presidente del Parlament de Catalunya, y la participación del poeta Luis Alberto de Cuenca, nombrado recientemente secretario de Estado de Cultura, y de quien dijo que había confirmado su participación mucho antes de su nombramiento. A continuación, abrió la sesión el también poeta Francisco Brines, quien rememoró su primer encuentro con el poeta en Madrid, en el bar Teide. Justo acababan de conocerse y Jaime Gil le espetó: "¿Por qué en tus poemas dices lecho y no cama? Tras la insolencia inicial, según Brines, se escondía uno de sus caballos de batalla: la incorporación del tono conversacional, además de coloquial, en la poesía. También destacó la inserción del hombre en el poema, "algo rarísimo que anteriormente sólo se encontraba en poeta antiguos como Catulo".
El editor y crítico Josep Maria Castellet empezó su participación recordando la amistad de Joan Rigol con Jaime Gil de Biedma, a raíz del frustrado Pacto Cultural que impulsó en su día el entonces consejero de Cultura. A continuación hizo un análisis de la poesía de Gil en relación con la llamada escuela de Barcelona y su fuerte conciencia de grupo, y resaltó "la inteligencia y la inmensa capacidad de seducción intelectual de Jaime". Esta visión más personal del escritor contrastó con la de Luis Alberto de Cuenca, que después de lamentar que no le conoció en persona, destacó el carácter moralizador y didáctico de sus poemas y buscó los diversos paralelismos y coincidencias entre su propia obra y la de Gil de Biedma.
Pere Gimferrer situó la obra del poeta en un amplio contexto de influencias e intereses -el barroco español, Baudelaire, Manuel Machado, Foix, Empson y especialmente Gabriel Ferrater tuvieron su momento-, y para ilustrarlo analizó con minuciosidad los dos versos finales de un poema.
La intervención de la escritora Ana María Matute fue muy breve, sincera y emotiva; se limitó a admirar la poesía de Gil y a destacar su carácter seductor. Sin embargo, el momento más emotivo de la tarde llegó después de la intervención de José García Velasco. El director de la Residencia de Estudiantes presentó un disco compacto que se va a publicar en breve y que ofrece una lectura de poemas de Jaime Gil en la Residencia, el 9 de diciembre de 1988. La voz del poeta, grave y clara, resonando en el silencio de la Mies van der Rohe, leyó dos poemas, y entonces las palabras de los participantes parecieron más veraces, como si Jaime Gil de Biedma les diera la razón desde el pasado.
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