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El hilo que recorre los ismos

JOSÉ LUIS MERINO

La exposición Amazonas de la vanguardia, es como un gran hilo de agua al pie de la montaña. Las seis mujeres rusas que muestran sus obras en el Museo Guggenheim de Bilbao son las siguientes: Alexandra Exter (o Ekster), Natalia Goncharova, Liubov Popova, Olga Rozanova, Varvara Stepanova y Nadezhda Udaltsova.

En tan sólo 70 piezas, de que consta la muestra, cuyas fechas de ejecución van desde 1907 a 1921, se hace un recorrido fecundo por los ismos que fueron cruciales, y que más adelante prefiguraron lo que conocemos por arte contemporáneo. En el ámbito de la exposición saltan a la vista las posiciones estéticas que adoptaron las seis artistas rusas. Crearon sus obras bajo la férula del cubismo, unas veces, otras sobre el influjo del futurismo, en algún momento iniciando un ismo propio, como es el caso de Goncharova con el rayonismo; también rozaron el orfismo, para concluir algunas de ellas en el suprematismo, tal el caso de Popova, Rozanova y Udaltsova.

Es el cubismo la disciplina artística más representada, y tan bien lo está, que si se pusieran junto a obras de Braque, Picasso, Juan Gris, Gleizes, Matzinger, Marcoussis, Roger de la Fresnaye y Herbin, por ejemplo, sería muy difícil determinar qué obras se alzarían como las de más enjundia. En una palabra, cabe suponer que estos acreditados cubistas no dudarían en firmar como suyas las obras creadas, en especial, por Popova y Udaltsova.

Con relación al dinamismo espacial hay muestras espléndidas; y nada digamos del suprematismo, aquello que su gran santón Kasimir Malevich profetizó como el deseo por "reducir a cero las formas". Algunas obras de Udaltsova y Rozanova, fechadas en 1916, son altamente significativas. Existe una declaración expresa de Malevich, donde define a Nadezhda Udaltsova como "la mejor suprematista".

Mención aparte requiere Natalia Goncharova, aunque sólo sea por su condición de creadora, junto a su compañero, el pintor Larionov, del rayonismo, que viene a ser una síntesis de cubismo, futurismo y orfismo, donde el tema se rompe a través de haces de líneas sesgadas. Algunas de las obras mostradas en el Guggenheim por esta artista son anteriores al rayonismo, como las tituladas Los evangelistas, Apocalipsis, Segadores y Sabbath, por ejemplo. En estas obras, Goncharova apelaba a un primitivismo que procedía de los iconos y las estampas populares. Luego derivó hacia el rayonismo.

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La labor creativa de las seis mujeres rusas va más allá de lo que se infiere en estas 70 obras. Además de dedicarse a la creación puramente artística, tuvieron tiempo para diseñar libros, tejidos, modas, cerámica, decorados para obras de teatro y de cine.

Unas palabras de Varvara Stepanova explican estas actividades. Según su intención abogaban por un arte público que lograra conectar con la gente y serle útil. De ahí esos diseños de libros y decorados, prendas de trabajo, etcétera. A este respecto, puede aducirse que si para los ballets rusos de Diaghilev se invitó a Picasso para que realizara algunos de los decorados, también Natalia Goncharova fue invitada para lo mismo, concretamente para el ballet El gallo de oro, de Rimsky-Korsakov. Y otra, Olga Rozanova (1886-1918), dijo famosamente este enrabietado pensamiento: "Sólo la falta de honestidad y auténtico amor al arte puede proporcionar a algunos artistas la excusa para vivir en rancias latas de economía artística almacenadas durante años, y año tras año, hasta cumplir los cincuenta, para después no dejar de hablar de lo que hacían cuando tenían veinte".

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