La policía autonómica descarta a los especuladores entre los autores de los incendios intencionados
La experiencia de la policía autonómica, en los cinco años que lleva funcionando la brigada de investigación contra incendios forestales, demuestra que los autores de los fuegos no son especuladores del suelo, de la madera o empresas del negocio de extinción. "Este es un cliché que se maneja en todos los manuales, incluso de Amnistía Internacional, pero no es real", afirma Ignacio Trillo, delegado de Medio Ambiente en Málaga. Entre los 150 detenidos en esta provincia desde 1994 abundan pastores, trabajadores del campo, apicultores, niños traviesos y excursionistas.
"En 1994, cuando empezamos con los cursos de Medio Ambiente, si había un incendio no se investigaba quien era el autor", afirma uno de los jefes de la policía autonómica. Se pensaba entonces que oscuros intereses económicos, de recalificaciones, de venta de la madera podían estar detrás de los fuegos. Este servicio con personal del Cuerpo Nacional de Policía, adscrito a la Junta de Andalucía, consigue esclarecer en la actualidad el 60% de los casos investigados.Esto ha permitido establecer una realidad es muy distinta a lo que se creía. En ocasiones es hasta pintoresca. "En Alhaurín de la Torre hubo un incendio en 1995 y acudimos con un helicóptero entre otros efectivos. Hubo después otro y un tercero. Al final descubrimos que eran unos niños traviesos de nueve y 10 años", cuenta Juan León el primer jefe que tuvo el dispositivo de la policía autonómica en Málaga. Los niños tenían un libro con el pato Donald de explorador: "Jugaban a imitarlo, con una cabaña e intentando hacer fuego. La primera vez se les escapó el fuego y les divirtió ver cómo llegaba el helicóptero. Los dos siguientes fuegos fueron hechos a propósito para ver actuar al helicóptero".
Este es uno de los muchos ejemplos de autores de incendios por negligencia. León, actual jefe de este servicio en Sevilla, Huelva y Córdoba, sostiene que de los fuegos provocados por imprudencia, "casi el 40% son intencionados". La experiencia de la policía autonómica desmiente la teoría de que los especuladores están detrás de los incendios provocados. "La realidad es que hay un fuerte arraigo en la cultura rural mediterránea del uso del fuego para cualquier actividad productiva o de ocio", declara el delegado de la Consejería de Medio Ambiente, Ignacio Trillo.
Algunos de los casos inventariados por las autoridades, muestran la imprudencia de algunos ciudadanos: como un ATS de El Rincón de la Victoria, que estaba de excursión con su familia e intentó espantar a una culebra que se había refugiado en un árbol. El fuego afectó a 90 hectáreas. En Málaga, un individuo pensó que era la mejor manera de ahuyentar las pulgas de su perro: 40 hectáreas incendiadas.
Miguel Angel San Andrés, actual jefe de la policía autonómica en Málaga señala la quema de rastrojos o restos de poda como una de las principales causas de incendios en Andalucía. También "la malicia de algunos ganaderos" sin base territorial para suministrar pastos a sus cabras u ovejas, "que queman la vegetación seca para que broten los pastos la primavera siguiente". Juan León explica que estos ganaderos pueden tener 50 cabras, que comen donde les pilla, y "tienen intención de quemar una hectárea, pero incendian mil". En 1994 hubo muchos incendios en Mijas, en donde hay numerosos cabreros censados.
"Ahora, después de la publicación del decreto de prevención de incendios forestales de 1995, ha disminuido espectacularmente en Andalucía este tipo de incendios", añade León. Las exigencias del decreto del 95 sobre normas de seguridad para las quemas controladas de matorral o terrenos forestales y el uso del fuego en labores agrícolas han llevado a disminuir los incendios provocados por las prácticas agrarias imprudentes. Sólo en la provincia de Málaga se presentan 6.000 solicitudes de quemas controladas al año "y ninguna produce un incendio", dice Ignacio Trillo. Antes del decreto, el delegado de Medio Ambiente añade que "no se presentaba ninguna solicitud para una quema".
Hay algún caso singular de incendio producido por faenas agrícolas peligrosas: en Casabermeja, en agosto de 1998, un apicultor intentó espantar las abejas de un panal, para retirar la miel, y quemó 30 hectáreas de monte. En Marbella hay un caso parecido con 100 hectáreas quemadas. Los conflictos entre vecinos que se disputan una linde o porque una finca se sale de una sociedad de caza, también terminan a veces con un fuego.
Los vertederos son causa frecuente de incendios. O bien por autocombustión, por los productos químicos que produce la basura en descomposición. O porque los vecinos le prenden fuego para evitar los malos olores o lo hacen las personas que buscan metales. Quedan muchos otros ejemplos de impudencias, como las colillas en las cunetas de las carreteras y vía férrea, o las barbacoas de los domingueros. Juan León subraya que la única solución a largo plazo "es una buena educación medioambiental".
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