El Cesid, Publio Cordón y los 'okupas'

Mil años de condena que se quedaron en 18. José María Sánchez Casas no sólo vivió en primera línea y junto a Manuel Pérez Martínez, más conocido por camarada Arenas, la fundación de la banda, los primeros atentados, el secuestro de Oriol y Villaescusa... También supo, ya desde la cárcel, de los últimos capítulos de la organización terrorista. Él fue uno de los presos de la organización que, durante 1996, negociaron con dos militares del Cesid un hipotético fin de la lucha armada. "No hubo acuerdo porque ellos no quisieron", asegura, "al Gobierno sólo le interesaba ilusionarnos para que luego, con el fracaso de las expectativas, nos derrumbáramos; pero no sucedio así, seguimos juntos y muy unidos".Aquellas negociaciones -según la versión del Gobierno- fracasaron por dos motivos fundamentales: la falta de noticias sobre el paradero de Publio Cordón y el silencio del camarada Arenas, el actual número uno de los GRAPO en la clandestinidad, que no se pronunció desde su escondite. Sánchez Casas responde a eso: "La policía sabe que nosotros pusimos en libertad a Publio Cordón. Siempre tratamos bien a nuestros secuestrados y con él no hicimos ninguna excepción. Los tratamos a cara descubierta y siempre comen mejor que nosotros. ¿Qué pasó con Publio? No lo sé. Nosotros lo pusimos en libertad".

Para el viejo dirigente de los GRAPO -insiste en que ahora sólo habla a título personal-, la estrecha relación de su organización con el movimiento de jóvenes okupas es un bulo de la policía para satanizar a los radicales. "Hay", garantiza, "mucha gente cabreada, maltratada por el sistema, sin nada que perder, dispuesta a echarse al monte".