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EE UU da un nuevo impulso a la revolución de Internet al legalizar la firma electrónica

EE UU no quiere correr el riesgo de que las viejas normas legales taponen las ventajas de la innovación tecnológica. El Senado aprobó ayer una ley que equipara la firma electrónica, necesaria en ciberespacio, con la firma tradicional. Las consecuencias de la ley serán revolucionarias. La firma electrónica servirá para suscribir todo tipo de contratos, hipotecas y seguros. Un simple clic en el ratón del ordenador animará, ahora con respaldo legal, la actividad de comercio electrónico, para la que se apuntan transacciones de 1,6 billones de dólares (unos 283 billones de pesetas) en 2003.

La clase política estadounidense reafirma así su apuesta colectiva por el futuro de los negocios a través de Internet. Por 87 votos a favor y ninguno en contra, el Senado de Estados Unidos aprobó en la madrugada de ayer una ley que otorga a la llamada firma electrónica o digital, la enviada a través del ciberespacio, la misma validez legal que la materializada con tinta sobre papel. Dos días antes, la Cámara de Representantes, también aprobó la legalidad de la firma electrónica por 462 votos a favor y cuatro en contra.Republicanos y demócratas apoyaron esta medida, sostenida con entusiasmo por el presidente Bill Clinton. Tras la aprobación de la ley, Clinton declaró que "animará la revolución de las tecnologías de la información".

Miles de millones

El alcance de la decisión de las dos cámaras del Congreso es inconmensurable. Con un simple clic en el ratón del ordenador de la oficina o la casa, los empresarios podrán rubricar a través del ciberespacio contratos de miles de millones de dólares y los consumidores culminar la solicitud de una hipoteca para comprar una vivienda o un coche. Unos y otros suscribirán seguros frente a sus pantallas.

La ley refuerza, además, la legitimidad de las prácticas que son ya de uso masivo en el comercio electrónico minorista, la compra a través de Internet de todo tipo de bienes y servicios, desde unas vacaciones en el Caribe hasta un sofá de diseño, pasando por libros, discos y películas. El unánime visto bueno del Congreso norteamericano es nueva inyección para el crecimiento del comercio electrónico. En virtud de una política común a la Casa Blanca del demócrata Clinton y el Congreso de mayoría republicana, las compraventas a través de Internet disfrutan en EE UU de una moratoria sobre la aplicación de tasas. Eso las hace más baratas que las efectuadas en las tiendas de cemento y ladrillos.

A la expansión del comercio electrónico en EE UU contribuyen también el bajo costo del uso de Internet, los buenos servicios públicos y privados de correos y mensajería, la vieja tradición nacional de compra por correo y la política de las empresas de tarjetas de crédito de dar la razón al cliente y no cobrarle las operaciones con las que discrepa.

El comercio electrónico en EEUU, que ya ha tenido crecimientos espectaculares en los dos últimos años, se triplicará en el próximo trienio hasta alcanzar la cifra de 1,6 billones de dólares anuales (alrededor de 283 billones de pesetas), según cálculos del Gobierno anteriores a la decisión del Congreso. "La ley", dijo ayer el senador republicano Spencer Abraham, "va a eliminar la principal vulnerabilidad planteada a los negocios a través de Internet: el miedo a que lo acordado libremente por dos agentes económicos sea invalidado por haber sido realizado de forma electrónica".

Las empresas estadounidenses hacían intensa presión a favor de la aprobación de esta medida. "Se ahorrarán miles de millones de dólares e infinidad de horas en desplazamientos, papeleos y firmas", subrayó el senador demócrata Ron Wyden. En cambio, las asociaciones de consumidores eran más reticentes respecto a la legalización de la firma digital. Temían abusos por parte de las empresas, dotadas de mejores ordenadores y programas informáticos que los particulares.

El texto finalmente aprobado afronta las inquietudes de los particulares. Establece que éstos deberán dar su acuerdo a la rúbrica de un acuerdo vía Internet. Si no desean efectuar compras o contratos en el ciberespacio, tendrán pleno derecho a reclamar a sus interlocutores documentos en papel y firmas en tinta. Además, todos los avisos de fin o cancelación de un contrato o servicio tendrán que ser comunicados en papel. Por ejemplo, la proximidad del final de una póliza de seguro, un aviso de corte en el suministro eléctrico o telefónico o la expiración de un alquiler.

Detalles técnicos

La ley no entra en los detalles técnicos de cómo se garantizará la autenticidad de las firmas electrónicas. Ese es un asunto que la clase política deja a los programadores y empresas del mundo de la informática e Internet. Como ya ocurre con las transacciones comerciales en el ciberespacio, las dos partes implicadas recurrirán a los servicios de un tercero, cuyo software garantiza la autenticidad de las firmas electrónicas. En la actualidad, son generalmente las empresas de tarjetas de crédito las que certifican al vendedor la identidad del comprador, una vez que éste ha facilitado determinados datos secretos que no van incluidos en la tarjeta.

La ley, señaló Bill Brice, fundador de AlphaTrust.com, una empresa especializada en autentificar firmas digitales, tampoco contempla problemas como la protección de la privacidad, la defensa frente al fraude y los mecanismos de arbitraje en caso de disputas. No obstante, Brice se sumó al entusiasmo general.

El departamento de Comercio de EE UU está obligado por esta ley a promover el uso y la aceptación mundial de las firmas y los registros electrónicos.

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