Simpatía
Si Status Quo fuera una banda norteamericana, tendría un rincón entrañable en esa divertida serie de dibujos animados conocida aquí como Los Simpsons. Los fundadores Rossi y Parfitt son dos iconos que, cerca de cuatro décadas después de conocerse, se mantienen incólumes ante el paso del tiempo. Pero, como todo el mundo sabe, Status Quo es una auténtica institución británica que sigue paseando por el mundo el simple desarrollo de los tres acordes básicos del rock.En el aperitivo previo, no sobra decir que el grupo madrileño Tea, deudor de un rock de profundas raíces en los años setenta, cumplió sobradamente su cometido introductor. Luego llegó el turno del viejo Quo, que no permitió despiste alguno a la audiencia: atacó con un triunvirato ganador: Caroline, The wanderer y Something' bout you baby I like. Y ya no cesaron las palmas y el baile oficial en este tipo de concierto; es decir, el bote sobre el propio terreno al ritmo machacón y persistente de una banda que se mantiene viva gracias, en buena parte, a la simpatía que desprende sobre el escenario. Sin olvidar, faltaría más, un repertorio contagioso en alegría y optimismo, en el que canciones como Rockin' all over the world, Down down o la celebradísima Whatever you want tienen mucho que decir.
Status Quo Francis Rossi (guitarra, voz), Rick Parfitt (guitarra, voz), John Rhino Edwards (bajo), Paul Hirsh (teclados, guitarra acústica), Matt Letley (batería)
Sala Macumba. 3.000 pesetas. Madrid, 15 de junio.
Status Quo recuerda, en su última obra, Famous in the last century, todavía inédita por estos lares, a los pioneros del rock and roll. El bis estuvo dedicado precisamente a recordar las pretéritas hazañas de Chuck Berry, Jerry Lee Lewis o el menos popular Dave Edmunds. Casi no hubo descanso para unos asistentes cuyos cuerpos estaban preparados para pasar un gran rato de diversión. Si acaso, hubo un alivio cuando los ingleses decidieron frenar un poco para dar paso a los más pausados temas de título Living on an island o In the army now. Status Quo no tiene más secreto que el de convencer a la parroquia a base de entusiasmo y ganas de pasarlo bien. Se logró el objetivo con creces: arriba y abajo del escenario se derrochó vitalidad.
Babelia
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