La espinosa cuestión de la estabilidad
José María Aznar y Giuliano Amato se presentaron ayer como dos buenos amigos, juntos en la mesa de conferencias instalada en el escenario del teatro privado del Palacio Real de Nápoles. Los dos intercambiaron elogios, -"encuentro muy satisfactorio", "convergencia política casi total", repitieron-, pero no pudieron superar completamente el foso que separa a los dos países en una cuestión esencial: la estabilidad política.Amato hubo de capear el temporal desatado por sus propias declaraciones al diario italiano La Repubblica, en las que advertía a la coalición de centro-izquierda que gobierna Italia de su intención de dimitir si se siguen barajando otros nombres como posibles candidatos para las próximas elecciones generales. "Mientras otro candidato concurre a las elecciones del 2001, no puedo quedarme en Palazzo Chigi [sede de la presidencia del Gobierno] un año más, como un globo desinflado", declara Amato. "Está claro que no me considero ahora un globo desinflado, sino que advierto de que podría darse una situación en la que me viera obligado a dimitir", aclaró a un periodista del diario Il Giornale, próximo al centro-derecha italiano. Los problemas de megafonía en la sala, casi constantes, permitieron al líder del centro-izquierda eludir varias preguntas más sobre el tema.
El propio Aznar contribuyó a colocar a Amato en una posición embarazosa al repetir una y otra vez su satisfacción por encontrarse en el escenario de lo que llamó repetidas veces "este teatrino", término que se utiliza con frecuencia en Italia de manera despectiva para referirse a las intrigas políticas. Más tarde, preguntado sobre las recetas adoptadas por España para reducir el paro, Aznar citó en primer lugar "la estabilidad política". Amato guardó silencio.
Por su parte, el jefe del Gobierno italiano se había antes permitido el lujo de elogiar la liberalización del gas en Italia, que su Gobierno ha efectuado recientemente, y que describió como "más amplia que muchas de las realizadas en Europa". La alusión a España era evidente, porque el Gobierno de Aznar no ha completado aún la liberalización en este sector.
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