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Reencuentro lejos de La Habana

Karelia Deulofeu y su hija, Gabriela, ya están en España. Las dos mujeres hispano-cubanas, que el pasado 28 de marzo se refugiaron en la Embajada española en La Habana porque el Gobierno de Cuba les impedía salir de la isla, se encuentran desde hace días en Ciudad Real. Ambas están listas para coger el avión que las reunirá de nuevo, esta vez en Oklahoma, con su marido y padre, el biólogo cubano José de la Fuente. Éste denunció en mayo su historia a EL PAÍS como "una nueva versión del caso Elián", pero con el Gobierno cubano en contra de la reunificación de una hija con su padre, y no a favor.La vida de Karelia Deulofeu, de 38 años, y la de su hija, Gabriela, de 12, cambiaron radicalmente la tarde en que De la Fuente no regresó a casa, sin avisar, porque se había echado a la mar. Tres días tardó su balsa en llegar a Florida. Aquello fue en agosto de 1999. El científico, que durante años fue director de investigaciones del estratégico Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba, declaró que meses antes de la huida había sido expulsado de su trabajo y desalojado de la casa oficial en que vivían. La familia tuvo que marcharse al domicilio en La Habana de la madre de Karelia, también española, y la niña tuvo que cambiar de colegio. "Mi carrera se había terminado", manifestó a este periódico De la Fuente, de 40 años.

"Yo sabía que su huida era la solución, pero tenía miedo de la forma. Él no tenía otra opción; y desde ese momento, nosotras tampoco", cuenta Karealia ahora, relajada y contenta. Las gestiones para salir de Cuba por vía oficial no resultaron, pues las autoridades de inmigración les denegaron el permiso de salida sin explicar los motivos.

Deulofeu cogió entonces sus pasaportes españoles -Karelia es hija de inmigrantes, y hace años ella y su hija se habían acogido a la ciudadanía española- y entró en la Embajada con Gabriela. Primero pidió asilo político y dijo que no abandonaría la misión diplomática mientras no se le asegurase que podrían salir de Cuba. Le explicaron que la petición de asilo era improcedente, pues ambas son españolas, pero aun así, Karelia insistió en quedarse, algo a lo que accedió el embajador, Eduardo Junco. El incidente, que, de haberse conocido en aquel momento, podía haber provocado una nueva crisis diplomática entre España y Cuba como la de 1990, se resolvió a la mañana siguiente cuando Junco cambió de opinión -o recibió órdenes de Madrid-, y convenció a Deulefou de que saliese, con el compromiso de que España se interesaría por su caso.

Las gestiones diplomáticas tuvieron éxito finalmente. El 16 de mayo las autoridades comunicaron a Karelia que ya disponían del permiso de salida y el pasado 28 voló con su hija a Madrid. En España tiene una hermana en Ciudad Real y un hermano en Madrid, y ahora espera poder salir "en días" rumbo a Estados Unidos, donde su marido trabaja como biólogo en la Universidad Estatal de Oklahoma.

En la raíz del problema vivido por Karelia y Gabriela se encuentra una práctica habitual en Cuba, que es la de castigar a los funcionarios o ex funcionarios que abandonan ilegalmente la isla o piden asilo en otro país. Para ello, el Gobierno cubano retrasa por meses o años la salida de los familiares que permanecen en la isla. Pero también en la base del caso de Karelia esta la legislación cubana, que no reconoce la doble ciudadanía.

Esto provoca situaciones incómodas y hace difíciles las gestiones consulares y diplomáticas, pues, para las autoridades de la isla, aunque un cubano se haya acogido a la ciudadanía española, sigue siendo cubano y es tratado como tal, sin concedérsele ningún privilegio. Si se tiene en cuenta que de los más de 20.000 españoles que residen en Cuba cerca de la mitad son cubanos que han adquirido la nacionalidad española por recuperación u opción hace menos de cuatro años, se comprende la magnitud del problema.

Uno de los casos más habituales es el de los médicos y científicos, pues estos profesionales, si piden la salida de Cuba, han de permanecer en la isla al menos tres años cumpliendo una especie de servicio social. Actualmente, una veintena de ciudadanos cubanos que ostentan también la nacionalidad española se encuentran en esta disyuntiva. El consulado y la Embajada en La Habana hacen las gestiones oportunas, siempre con la máxima discreción posible, ante el Ministerio de Relaciones Exteriores para que se permita la salida de estas personas.

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