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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Viento en las velas

El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidió ayer subir en medio punto los tipos básicos de interés de la eurozona, hasta el 4,25%. Los mercados y los analistas habían previsto la subida, pero pensaban más en un cuartillo que en medio punto. El caso es que la subida se explica principalmente por el deseo de la autoridad monetaria europea de cortar de raíz las amenazas inflacionistas, peligrosamente próximas al 2% de media y que algunos países periféricos, como España, desbordan cumplidamente. Si los mercados habían anticipado una subida, no cabe duda de que no habían previsto la magnitud, una de las más elevadas en la breve historia del BCE.El problema es de equilibrio. Efectivamente, con una subida tan significativa se actúa contundentemente sobre las expectativas inflacionistas; pero, al mismo tiempo, se trata de que en el futuro no se transmita la sensación de que las autoridades monetarias van a obstaculizar, con subidas elevadas, la etapa de crecimiento económico que se está consolidando en los países centrales del euro. Por esta razón, el BCE debería aplicar en el futuro una política monetaria más matizada, con subidas de tipos de menor cuantía, si fueran necesarias. La imagen que menos debe transmitirse en estos momentos es la de que va a aguarse la fiesta de la recuperación económica, tan necesaria para seguir la estela de la prosperidad estadounidense.

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Aparentemente, el BCE puede despreocuparse ya en el futuro inmediato de la situación del euro. En los últimos días la divisa europea se ha apreciado considerablemente y con la subida de tipos de ayer pueden haberse conjurado algunos riesgos inflacionistas. Que la cotización del euro tiene poco o nada que ver con el tipo de interés lo demuestra el hecho de que la monedad europea empezó su recuperación antes de que se conociera el encarecimiento del coste del dinero en el área europea. El caso es que, desde el punto de vista monetario, la situación es de viento en las velas para el BCE. Con el euro en periodo de apreciación, los tipos de interés situados en un nivel que difícilmente se moverán en los próximos meses, Duisenberg y su equipo tienen casi todos los deberes hechos y el peso fundamental debe recaer ahora en las estrategias presupuestarias y de crecimiento de cada uno de los países de la zona.

Sería un error considerable, y éste es un riesgo que se debe valorar, que algunos Gobiernos -el español, por ejemplo, cuyo vicepresidente Rodrigo Rato ha insistido mucho en la necesidad de la subida- llegaran a la conclusión de que la subida de tipos resuelve sus problemas inflacionistas y que, por lo tanto, las reformas estructurales pueden aplazarse de nuevo. Los tipos al 4,25% no deben ser la coartada, encubierta o descarada, para evitar la mejora de competencia en los mercados. El trabajo antiinflacionista en algunas economías no está hecho. Sólo está situado en un terreno monetario más neutral, porque con tipos en el entorno del 3% era muy difícil evitar algunos fenómenos de recalentamiento, como el crecimiento sin control del crédito al sector privado que ha denunciado el Banco de España.

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