"Estamos a tiempo de evitar conflictos sociales por la incomprensión religiosa"
Ignasi Garcia Clavel (Barcelona, 1943) fue nombrado la semana pasada Secretario de Relaciones con las Confesiones Religiosas, cargo que compaginará con el de delegado de la Generalitat en Barcelona. Orgánicamente dependerá de Presidencia, después de que el titular de Gobernación, Josep Antoni Duran Lleida, expresara sus reservas hacia la designación. Una muestra más de que todavía no han cicatrizado las heridas entre Garcia Clavel y la consejera de Justicia, la también democristiana Núria de Gispert, quien en diciembre de 1999 forzó su destitución como director general de Servicios Penitenciarios tras más de nueve años en el cargo bajo la confianza de Jordi Pujol.Pregunta. ¿Qué sentido tiene este nuevo cargo?
Respuesta. Los departamentos de la Generalitat han colaborado en varias ocasiones con las confesiones religiosas, sobretodo con la Iglesia católica, pero en los últimos años la multiconfesionalidad es un hecho evidente y se ha creído oportuno buscar un único interlocutor por parte del Gobierno catalán en materia religiosa.
P. ¿Y cuáles serán sus primeras actuaciones?
R. Ha de haber un primer contacto protocolario para valorar el estado de las diferentes religiones y mantener un diálogo fluido, pero yo no he de inmiscuirme en ninguna confesión. La siguiente cuestión sería tener un cierto inventario de la situación de las religiones y obtener así una foto fija de la situación actual. Me consta que el Ayuntamiento de Barcelona tiene una iniciativa similar y podremos intercambiar información, pero yo no me limitaré a la ciudad de Barcelona, sino a toda Cataluña.
P. Usted tiene fama de dialogante, pero ¿no cree que desde este cargo tiene limitado el margen de maniobra?
R. No quiero ser presuntuoso y decir que desde este cargo se pueden resolver ciertos problemas de convivencia en Cataluña. Lo que sí podremos es hacer alguna aproximación que ayude a facilitar el respeto mutuo. Estamos en un buen momento para evitar conflictos sociales motivados por la incomprensión del hecho religioso.
P. La polémica en torno a la construcción de una gran mezquita en Barcelona será una gran prueba de fuego.
R. La cuestión de la mezquita está muy al inicio de un proceso y en estudio. Con el islamismo existen diferentes sensibilidades y diversos portavoces que han de ser consultados para no dejar a ninguno en la estacada. Si se determina que ha de haber mezquita, habrá que mirar qué demanda hay dentro de la fe islámica hacia esa mezquita y consultar todas las voluntades para saber qué ha de ser.
P. Sus interlocutores, por tanto, serán muchos y muy variados.
R. Hemos de ser conscientes de que hay personas con sensibilidades religiosas muy distintas, y no sólo con el islam. También en el cristianismo hay sensibilidades que no están representadas por la Iglesia católica. Pienso, por ejemplo, en los cristianos orientales de los países del Este. Toda esta interculturalidad se deberá atender desde la vertiente religiosa, que puede resultar muy vertebradora.
P. ¿Se siente obligado a mostrar una atención preferente hacia la Iglesia católica?
R. Preferente no, pero sí diferente. Hay una realidad mayoritaria que son las confesiones cristianas y, dentro de ellas, la Iglesia católica. Tendremos que encontrar la manera idónea de relacionarnos, tal como estableció el Concilio Vaticano II. Hemos de tener una muy buena colaboración, pero dentro de una sana independencia.
P. ¿En las escuelas se debe enseñar religión?
R. Creo que una atención a los valores religiosos de la persona dentro del sistema educativo se ha de tener presente, porque esta dimensión religiosa existe, aunque sea para llegar a posturas agnósticas. Creo que todos los creyentes tenemos algo de agnósticos y al revés. Por eso, creo que sería un error dejar de lado la cultura religiosa en las escuelas e incluso negarla.Otra cosa es si eso se ha de evaluar, una cuestión que requiere mucho diálogo.
P. Desde su juventud se le ha encasillado en posiciones católicas progresistas. Parafraseando al recién nombrado abad de Montserrat, usted también se siente discípulo moral del obispo Casaldáliga.
R. Je, je, je. Es un tema que pertenece a mi convicción personal y profunda y que no manifestaré.
P. ¿Suscribe la críticas del ex abad de Montserrat Cassià Maria Just hacia la moral sexual de la Iglesia?
R. Montserrat, más allá de ser una comunidad benedictina, es un punto de mira de la nación catalana, un lugar de encuentro y de confluencia. Como creyente, yo siempre he tenido una muy buena relación con el padre Cassià Maria Just y con el padre Sebastià Bardolet, y una gran sintonía en las posturas que defienden. Sin embargo, como representante del Gobierno no he de tener sintonía, sino hablar con ellos. Yo seré muy escrupuloso en no mezclar mis convicciones profundas de fe militante con mi cargo y mantenerme en una actitud de respeto y de facilitar el diálogo.
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