_
_
_
_

23 envenenadoras en un hospital

Kathy Bush, una madre diagnosticada con síndrome de Munchausen que ha sido condenada por abuso infantil y puede pasar el resto de su vida en la cárcel, llegó a embaucar a la propia esposa del presidente Bill Clinton, Hillary. Hace tres años, la primera dama la presentó en una conferencia en la Casa Blanca como ejemplo de padres que sufren por los altos costos de los seguros médicos. Su hija, Jennifer Bush, había sido operada 34 veces en sus once años de vida a causa de una misteriosa enfermedad que le hacía vomitar todo lo que ingería y que la obligaba a alimentarse a través de un tubo en su estómago. Poco después se descubrió que Kathie padecía una enfermedad mental que la empujaba a envenenar a su propia hija. Un estudio hecho público esta semana, prueba que el caso de esta mujer no era aislado: en un hospital infantil de Atlanta, las cámaras de vídeo sorprendieron a 23 madres -11 de ellas enfermeras- inyectando orina a sus hijos, cambiándoles los medicamentos o intentando ahogarles.La tragedia de Kathy Bush puso por primera vez al descubierto un problema sanitario y criminal cuyo alcance exacto todavía se desconoce. Dos años después, en California, se descubrió que otra mujer, Mary Noe, había matado, poco a poco, a sus diez hijos a causa del mismo síndrome. El informe, elaborado ahora por los médicos de la Universidad Emory de Atlanta y publicado en la revista Journal of Pediatrics, aporta datos inquietantes sobre la frecuencia con que se repiten este tipo de historias en EE UU.

Las madres con síndrome de Munchausen causan daño deliberadamente a sus hijos y luego mienten sobre el origen de las extrañas dolencias para satisfacer su enfermiza necesidad de llamar la atención, a veces para salvar su matrimonio o ganarse la simpatía de los demás apareciendo como víctimas.

En el hospital infantil Children's Health Care de Scottish Rite, Atlanta, los doctores no lograban encontrar respuesta para los repetidos ingresos en el centro de niños con inexplicables enfermedades crónicas. El doctor David Hall, director del estudio, decidió hace cuatro años, instalar cámaras ocultas en 41 habitaciones con casos sospechosos.

Había por ejemplo niños que padecían infecciones bacterianas que durante meses eran resistentes a cualquier tratamiento. Las cámaras revelaron que la causa era el orín que sus madres les inyectaban a través de los catéteres intravenosos por los que les administraban los medicamentos.

La edad promedio de los niños era de 2 a 3 años, y de no haber sido por las cámaras ocultas muchos podrían haber muerto. En varias ocasiones, el equipo que controlaba los vídeos alertó a las enfermeras para que entraran en las habitaciones. "Las madres paraban lo que estaban haciendo", explicó Hall. "Ha sido una tarea muy poco placentera, porque éste no es el hallazgo que hubiéramos querido obtener".

La enfermedad mental de Munchausen es responsable de al menos un 10% de las muertes infantiles en Estados Unidos, en opinión de los médicos de Emory University que confirmaron las conclusiones de otros estudios anteriores de la doctora Judith Libow, en el Children's Hospital de Oakland, California, y de la doctora Patricia Siegel, del Children's Hospital de Michigan. Sin embargo, todos advierten que la cifra exacta podría ser bastante más alta, dada la dificultad con la que frecuentemente se topan los especialistas para diagnosticar el síndrome.

Las señales de alarma descritas por los expertos incluyen: las madres se niegan a que los hijos se separen de su lado o que alguien distinto los cuide; siempre están dispuestas a que al niño le hagan pruebas médicas, tratamientos y operaciones; otros niños que han estado bajo el cuidado de la persona también han padecido enfermedades crónicas inexplicables.

Según el psicólogo especializado en Munchausen Gordon Harper, profesor de la Universidad de Harvard, el hábito de mentir se convierte en una actuación tan perfecta que las madres realmente llegan a creerse que están ayudando a sus hijos. Las 23 madres del hospital de Atlanta han perdido la custodia de sus hijos y están en manos de la justicia, acusadas de maltrato infantil.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_