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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Populares de provincias

Jesús Mañueco, que dimitió hace una semana como consejero de la Junta de Castilla y León a consecuencia de la denuncia contra un hijo suyo presentada por la Fiscalía de Palencia, fue designado ayer senador en representación del Parlamento regional. La oposición considera que esa elección es el precio pagado por el PP a cambio de la dimisión voluntaria con que se pretendió zanjar un escándalo que ha dividido gravemente al partido. El asunto, similar a otros que han afectado al PP en diversos territorios que salen poco en los telediarios, revela aspectos oscuros de la gestión de ese partido en la provincia profunda; pero indica también la idea del Senado como salida personal para políticos demasiado quemados que albergan algunos dirigentes conservadores.Mañueco, que ha sido todo en el PP de Palencia, fue durante 16 años presidente de la Diputación Provincial. La rivalidad con su sucesor en esa institución se tradujo en un sórdido intercambio de acusaciones de irregularidades. La cosa culminó con un culebrón sobre supuestas presiones contrapuestas para que fuera o no despedida de su trabajo una nuera de Mañueco. Ello hizo emerger todo un mundo de facturas de banquetes, bautizos y comuniones sin pagar, muy estilo años cincuenta. La intervención de la Fiscalía ha sido la excusa para que Mañueco presentase su dimisión, aparentemente condicionada a su designación como senador, lo que le garantiza inmunidad parlamentaria y una prolongación de su carrera política.

En el programa electoral del PP, la propuesta de reforma del Senado se enmarca en el capítulo sobre el "fortalecemiento de las instituciones democráticas", una vez clausurado el "ciclo en el que emergieron fenómenos" que alarmaron a la gente y debilitaron su confianza. No parece que la decisión del Grupo Popular en Castilla y León vaya a contribuir mucho a devolvérsela. Herrero de Miñón cuenta en sus memorias que uno de los motivos de la introducción de una segunda cámara en el esquema institucional fue hacer creer a los consejeros nacionales franquistas que tendrían acomodo en ella. Pero, en fin, eran otros tiempos.

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