Un balneario para ir de marcha
El balneario de Las Arenas levantado sobre suelo municipal y otorgado en concesión el 14 de julio de 1906 ha sido testigo mudo de algunas de las crónicas sociales más importantes de Valencia durante casi un siglo. Ahora, tras un periodo de decadencia y la paulatina regeneración de la fachada marítima de la ciudad, las amplias instalaciones (20.210 metros cuadrados) situadas en primera línea de playa se han convertido en objeto de discordia entre el gobierno municipal del Partido Popular y la oposición socialista. Los conservadores no ocultan su intención de deshacerse de este privilegiado enclave de patrimonio público para estimular la iniciativa privada, mientras los progresistas abogan por una recuperación de la concesión para revitalizar socialmente una zona que se ha convertido en los últimos años en el oscuro objeto del deseo de especuladores y hosteleros.El pasado lunes, el Ayuntamiento de Valencia, con las voces críticas de la oposición, otorgó licencia provisional para el funcionamiento de dos discopubs, Caballito de Mar y La Floridita, que ya habían funcionado anteriormente sin autorización.
La decisión se fundamentó en el informe del letrado decano, Néstor Ramírez, que "a mayor abundamiento" considera que el desarrollo "en el inmueble de una actividad lucrativa [discotecas], puede suponer en su día un mayor precio a ingresar por el Ayuntamiento de Valencia por la enajenación de la parcela respecto del posible precio".
Una actividad lucrativa que, además, se beneficiará, cuando se realice, de la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez que está previsto que termine junto a las instalaciones del balneario Las Arenas.
Los socialistas no se han recatado en apuntar al concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Valencia, Miguel Domínguez, como el inspirador de una operación urbanística destinada a que bien los arrendatarios del balneario o bien otros particulares interesados puedan comprar en las mejores condiciones las instalaciones y el suelo público sobre el que se asientan, con la consiguiente pérdida patrimonial del erario público.
Domínguez, que ha desmentido reiteradamente la existencia de cualquier operación en connivencia con los arrendatarios, ha tenido, sin embargo, que desmarcarse de las gestiones relacionadas con el futuro del balneario. La decisión sobre qué fórmula utilizar para desprenderse del balneario -los populares no han ocultado su intención de venderlo o subastarlo- ha recaído en manos del teniente de alcalde y responsable de Hacienda, Alfonso Grau, que mantiene paralizada la decisión sobre este emblemático enclave del paseo marítimo de Valencia.
Mientras tanto, la empresa que, con permiso de los concesionarios del balneario, se encarga del negocio de los discobares se prepara para hacer el agosto ya que, como recalcan los socialistas, estos locales se han convertido en los únicos puntos de ocio junto al mar entre Canet y Cullera.
Lejos quedan ya los tiempos en que Las Arenas eran un lugar de descanso y relax, ahora se trata de menear el cuerpo hasta altas horas de la madrugada combatiendo el calor con mojitos y margaritas a la orilla del mar.
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