En memoria de Raúl Vázquez Álvaro Marchesi
La reciente muerte de Raúl Vázquez es una pérdida irreparable para la educación española. De profundas convicciones cristianas y democráticas, con un estilo conciliador y constructivo, con una visión realista de los problemas, pero optimista ante el futuro, ha sido un punto de referencia obligado durante varias décadas para todos los que hemos trabajado en el campo educativo. Raúl Vázquez ha sido un hombre valorado y querido, sensible y cordial, amigo entrañable. Ha dejado una huella indeleble en el corazón de los que le conocimos y en la historia de la educación española. La pasión por la educación, la solidez de sus ideas, el respeto sincero hacia los que no pensaban como él, la búsqueda constante del acuerdo para unir fuerzas y resolver los problemas fueron sus cualidades más naturales.Fue un hombre con iniciativas e ideas propias, que abrieron el camino por el que ha avanzado la educación española en los últimos 25 años. Trabajó con entusiasmo y esperanza en el desarrollo de los Pactos de la Moncloa, convencido de que era una oportunidad única para superar el retraso histórico en el que se encontraba la educación española. Conviene recordar que el gasto público en educación no llegaba en 1977 al 2% del PIB, lo que demuestra las carencias que históricamente arrastra la educación española. En varias ocasiones, cuando nos reuníamos para cambiar amistosamente impresiones sobre la educación y compartir nuestros puntos de vista, me transmitió su honda satisfacción por el trabajo que había desarrollado durante esos años.
Inició la reforma de la Ley General de Educación como director general de Enseñanza Media y presentó en 1981 un lúcido análisis de los problemas existentes y de las soluciones posibles. En este documento del Ministerio de Educación formuló la primera propuesta institucional para extender la educación obligatoria y plena hasta los 16 años, configurando un ciclo de enseñanza secundaria válido para la diversidad de situaciones de todos los alumnos de 14 a 16 años. Un objetivo que se recogió en un texto legal, la LOGSE, nueve años después y cuya aplicación no se ha completado hasta este curso.
Su principal preocupación durante estos últimos años ha sido conseguir un pacto de Estado entre todas las fuerzas políticas y sociales para mejorar la educación y evitar los enfrentamientos estériles. Por ello, colaboró activamente en la Declaración conjunta en favor de la educación, auspiciada por la Fundación Encuentro, y estampó su firma en la misma a título individual. Fue una firma consciente y convencida, que resistió las múltiples presiones que le desaconsejaron hacerlo. Hubiera podido encontrar innumerables razones para no firmar el manifiesto. Sin embargo, mantuvo con seguridad y tranquilidad su compromiso con aquella iniciativa, que consideraba positiva. Poco tiempo después, como viceconsejero de la Comunidad de Madrid, gestionaba un amplio acuerdo con todos los sectores educativos y conseguía un respaldo prácticamente unánime a su propuesta.
Nunca consideró que el nivel educativo de las nuevas generaciones bajara ni añoró épocas pasadas, más tranquilas pero más desiguales. Los objetivos que consideraba prioritarios en la acción de la administración educativa están recogidos en los dos últimos documentos de consenso en los que tuvo una participación relevante: la necesidad de incrementar el gasto público en educación al considerarlo una inversión estratégica para el progreso social y económico de un país; el mantenimiento de la educación común hasta los 16 años, haciéndolo compatible con una progresiva diversificación y evitando cualquier tipo de segregación del alumnado a lo largo del proceso educativo; el énfasis en las medidas preventivas y compensadoras para reducir el fracaso escolar; el reconocimiento al trabajo de los profesores y el estímulo a su esfuerzo; la búsqueda de soluciones imaginativas e integradoras para responder a los problemas educativos de los alumnos menos motivados o capaces; el clima de diálogo y de acuerdo para resolver los problemas.
Estamos viviendo años de debate sobre la educación. Es bueno que siga siendo así porque posiblemente los problemas a los que deba enfrentarse la educación en el futuro para enseñar más y mejor a todos los alumnos que vivan en España van a ser superiores a los actuales. Desgraciadamente, en este proceso faltará Raúl Vázquez. Su sensatez y cordura, su conocimiento maduro y sedimentado de la educación, su visión de futuro sin olvidar los logros y valores del pasado, sus propuestas para aproximar voluntades y limar asperezas no estarán disponibles para serenar y enriquecer el debate. Ojalá, sin embargo, que su actitud y su ejemplo se mantengan vivos entre nosotros.
Pies][
Álvaro Marchesi fue secretario de Estado de Educación con el PSOE.
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