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Líderes progresistas de 14 países debaten hoy en Berlín los desafíos del siglo XXI

Pilar Bonet

Unos doscientos sociólogos, analistas, consejeros gubernamentales y profesores de 14 países se reunieron ayer en la Conferencia sobre el Gobierno y la Modernidad que se inició ayer en Berlín. La función de los expertos era la de suministrar elementos a los jefes de Estado, que hoy debatirán los temas abordados y expresarán sus conclusiones en un comunicado. El encuentro fue inaugurado anoche por el canciller alemán, Gerhard Schröder, con una cena en el Palacio de Charlottenburg, a la que acudieron otros 13 líderes.

"Simplificar nuestros complejos pensamientos e ideas para que puedan entrar en las cabezas de los ocupados políticos". Así resumió el profesor británico Anthony Giddens, el padre de la tercera vía y consejero de Anthony Blair, la finalidad de la reunión berlinesa, que se celebraba a puerta cerrada en la cancillería federal. La definición le pareció acertada al profesor alemán Friedhelm Neidhardt, presidente del Centro Científico de Investigaciones Sociales de Berlín, que la repitió al comparecer ante la prensa al término de la jornada.

El profesor Neidhart reflejaba, tal vez mejor que ningún otro, las presiones a las que habían sido sometidos los científicos. Estos habían sido encerrados en la cancillería para que produjeran con rápidez ideas sintéticas sobre los problemas de la modernidad para consumo de los políticos. Neidhardt daba la impresión de estar disculpándose por haber aceptado las condiciones impuestas y advertía que la conferencia no era un "proyecto académico", sino un "proyecto al servicio de la política", y eso podía ser muy "interesante", pero, desde luego, resultaba "incómodo" para un profesor. "¿Qué se puede esperar de nosotros?" "¿Qué podemos hacer?", suplicaba casi Neidhart. Pero buscaba respuestas. "No se puede dejar que el mundo esté sometido a una economía galopante", decía. "La modernidad en el Gobierno supone operar en constelaciones cada vez más complejas", sentenciaba.

Además de ideas y preguntas estimulantes, de la reunión de Berlín saldrán una red permanente de expertos que se mantendrá en contacto entre sí y continuará este diálogo que se inició en Florencia en noviembre de 1999, aunque entonces en un grupo más reducido. Medios alemanes señalan que la conferencia se le ha ido de las manos a Gerhard Schröder, quien hubiera querido menos invitados. El canciller, sin embargo, acabó plegándose a los deseos de Bill Clinton, y aceptando que la lista se ampliara de forma un tanto arbitraria y a partir de la idea inicial de convocar a líderes de centro izquierda. La lista de participantes va desde Chile y Brasil hasta Nueva Zelanda y Suráfrica, pasando por Holanda, Grecia, Francia, Canadá, Reino Unido y Suecia. Fuera se quedó el presidente francés Jacques Chirac, que hubiera querido acompañar al jefe del Gobierno, Lionel Jospin.

Los expertos se habían dividido ayer en tres grupos. El primero estaba dedicado a la Sociedad Civil y su papel en la política, el segundo, a los países industriales y las economías emergentes bajo el signo de la "nueva economía" y la revolución digital, y el tercero, a la modernización del Estado. Tras la reunión, representantes de los tres grupos de debate resumieron su trabajo antes de sintetizar todavía más sus conclusiones en cinco minutos para los políticos.

Entre los temas que se habían planteado figuraban, la determinación de grupos sociales y conceptos que se asocian con ideas progresistas o anticuadas. Entre las ideas desfasadas están hoy "proteccionismo" y "rigideces en el mercado de trabajo". Los científicos habían debatido la política de emigración y sus consecuencias para la estabilidad democrática y habían subrayado la necesidad de que los políticos busquen aliados en grupos capaces de eliminar los miedos y el estrés que la migración produce en la sociedad, según el profesor norteamericano Stephen Holmes.

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El premio Nobel de física francés, Georges Charpak, a su vez, subrayó que los científicos habían considerado la educación como un tema clave de la próxima década. La mayoría de los expertos se mostraron a favor de una liberalización radical de la educación superior en Europa, según David Soskice, del Centro Científico de Investigación Social de Berlín. La educación es la clave del paso de la "vieja economía" a la "sociedad desindustrializada". Pero cabe preguntarse si basta para afrontar los shocks de esa transición. Temas como la legitimidad de los gobiernos y la aceptación del riesgo como parte de la vida social fueron también abordados.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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