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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Una muerte más

Y van... Uno ya ha perdido la cuenta. Canallada, salvajada, ultraje; uno ya no sabe si las palabras significan algo ante la última atrocidad cometida sobre la persona de una mujer de 24 años, madre de tres hijos, los cuales, al parecer, retuvieron a la fuerza en sus retinas las espantosas imágenes de la agresión. Si he de ser sincero, me molesta que se intente justificar la acción del agresor con argumentos del tipo "actuó bajo los efectos de un ataque de celos" y similares, como si una momentánea ofuscación bastara para disculpar tan criminal comportamiento.Es la dramática historia de muchas mujeres que, como Manuela, sufren a diario el asedio y la intimidación de sus maridos o compañeros. Ellas saben lo que es tener miedo a ser agredidas por un hombre. Afortunadamente, algo se ha avanzado en esta cuestión, y parece que las instituciones empiezan a reaccionar ante lo que hasta hace muy poco provocaba únicamente cierta alarma social. Dicha alarma se ha convertido en una realidad escalofriante, cuyo último y más visible eslabón es la muerte de una mujer por malos tratos. Los grupos feministas han denunciado hasta la saciedad dicha realidad, y parece como si las cifras y los porcentajes apenas conmovieran la conciencia de una sociedad que asiste impertérrita a tan vergonzante goteo.

Creo llegada la hora de que los hombres nos movilicemos y nos solidaricemos con las mujeres en esta y otras causas. De que abandonemos de una vez por todas nuestros viejos y caducos clichés y de que pasemos a la acción denunciando y cambiando esquemas que nada positivo nos aportan desde el punto de vista de una sociedad que pretende avanzar en la igualdad de derechos y en la consolidación de la democracia.

Quizás ahora más que nunca, ser feminista significa apostar decididamente por la democracia, reconciliarnos en lo público y en lo privado con las mujeres y desandar al mismo tiempo el camino de hostigamiento y menosprecio secular que han padecido a lo largo de décadas. Que no haya más Manuelas aplastadas bajo la prepotencia de un macho sin escrúpulos es un deber cívico que nos concierne a todos, hombres y mujeres por igual.- .

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