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Un atracador se lleva 175 millones en alhajas de una joyería de Estepona

A 175 millones de pesetas asciende el botín en alhajas que un encapuchado robó el pasado lunes en la joyería Gómez y Molina, situada en la galería comercial del hotel de cinco estrellas gran lujo Kempinski, de Estepona (Málaga). El ladrón amenazó a la empleada del establecimiento con una escopeta de cañones recortados para que se tirara al suelo, y luego, con total tranquilidad, procedió a desvalijar todas las vitrinas de la tienda, en las que había expuestas piezas "muy singulares", según sus dueños.

Inmediatamente después del atraco, el ladrón huyó rápidamente, sin que la policía de Estepona tenga aún pistas sobre su identidad y paradero, ni sobre cómo accedió a la zona comercial del hotel, que dispone de un sofisticado sistema de seguridad. Pese a lo espectacular del atraco y pese a que éste se produjo sobre el mediodía, nadie vio nada. Ni clientes ni trabajadores del hotel se percataron de los hechos, y la única testigo fue la propia empleada, que tuvo que recibir atención médica de urgencia porque sufrió un ataque de nervios después del atraco. Agentes de la Unidad Contra el Robo y el Crimen Organizado (UDYCO) investigan las imágenes del circuito cerrado de televisión de la joyería, así como las tomadas por las cámaras pertenecientes al dispositivo de seguridad del establecimiento hotelero.

La policía piensa que la misma banda que asaltó el comercio pudo ser autora de otro robo perpetrado también el lunes en la barriada esteponera de Isdabe, en la que dos individuos encapuchados se llevaron más de un millón de pesetas.

Cierre de la joyería

El propietario de la joyería, Miguel Gómez, procedió ayer el cierre del establecimiento situado en el hotel Kempinski, que, dada su ubicación, no contaba con seguro alguno. Gómez calificó como "increíble e impensable un robo de estas características en un recinto hotelero de lujo que cuenta con cámaras de vigilancia, personal y medidas extremas de seguridad", y afirmó que confía en que se puedan recuperar las joyas, dado que todas están catalogadas, lo que teóricamente dificultará a los asaltantes la operación de sacarlas al mercado y llevarlas a algún perista.

La cadena Gómez y Molina cuenta con un triste récord de asaltos. En los últimos siete años ha sufrido de uno a dos robos anuales en las distintas joyerías que tiene en la Costa del Sol.

Los propietarios de la tienda se preguntan todavía cómo pudo el atracador eludir las medidas de seguridad, que se han triplicado en los últimos años en todos los comercios de la cadena. Pero el incremento de las medidas de seguridad no parece dar resultados.

Según Miguel Gómez los cinco miembros de su familia que dirigen el negocio, en el que hay empleadas 30 familias, tendrán que trabajar los próximos cinco años "para resarcirse de las pérdidas causadas por los atracadores", que se han cebado con esta empresa familiar.

El joyero reclamó, además, penas más duras para los atracadores de joyería, a quienes, dijo, "incluso les compensa ir tres años a la cárcel si no aparece el botín".

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