Mes de las flores
Amaban las personas ser naturaleza, compenetrarse hasta con la vegetación, sagradas intimidades que fueron ritualizadas. De la sangre de jóvenes dioses y adolescentes héroes brotaban violetas, anémonas y agavanzos. Parían las espumas del mar la amorosa Venus y de unas de aquellas gotitas en su seno nacían blancas rosas. Oler una planta significaba adquirir fecundidad. El Pentamerone cuenta que una doncella se quedó preñada por haber comido la hoja de una rosa. Las flores, los sexos de los frutos, esperanzas de cosechas, todavía están relacionadas con los ritos de galanteo y matrimonio, que desembocan en una liturgia sublime llamada "des-florar".Mayo, ya antes de la escuela franquista, era el mes de las flores, el momento de adorar e invocar, a través de ellas, la fertiliad; Maia personificaba la feracidad de la tierra, el crecimiento vegetal; María lo bautizó; se hizo con la protección de las doncellas, a las que se ofrecían flores en señal de estima, y los ofertorios florales: "Venid y vamos todos con flores a María" (y las llevábamos de verdad al altaret de costura de las chicas, donde íbamos cada tarde los chicos de la escola al mesdemaría, el único acto de coeducación en aquella escuela nacional-católica, muy criticado por libidinoso por sor Casilda del Santísimo Sacramento del Sagrario, especialista en descoser el dobladillo de las, para ella, lujuriosas falditas de las párvulas, que no encontraba nunca suficientemente largas para evitar la ocasión obscena y el peligro voluptuoso). La Virgen asumió el patrocinio sobre el mes, que abría la fiesta de la rosa -El roser de maig fa olor tot l'any-, emblema de Venus la del amor, y cerraba hoy -día de la Visitación- con María -de mar-yam, gota de mar- del Amor Hermoso, "que madre nuestra es".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.