Rusia confía en reforzar las relaciones con la UE en la cumbre de Moscú
"Espero que en la agenda de la Unión Europea (UE) haya ideas constructivas, y no sólo el tema de Chechenia", asegura Ígor Ivanov, ministro ruso de Exteriores. Ivanov defiende que la UE y Rusia discutan hoy en Moscú "cuestiones de largo alcance", como potenciar el comercio bilateral y las inversiones europeas y las consecuencias de la ampliación comunitaria. Javier Solana, en su calidad de Míster PESC, tiene que forjar con Rusia una relación estrecha y estable, de socios estratégicos, para hacer frente a los desafíos del siglo XXI.
Javier Solana, alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común (conocido como Míster PESC), asegura en un artículo publicado en el diario Izvestia que la cuestión chechena se discutirá en la cumbre Rusia-UE que hoy se celebra en Moscú. Incluso insiste en que sólo un acuerdo político puede sentar las bases de una solución duradera al conflicto. Pero la guerra del Cáucaso no malogrará el encuentro. La delegación comunitaria estará formada, además de por Solana, por el presidente de la Comisión, el italiano Romano Prodi; el comisario para Relaciones Exteriores, el británico Chris Patten; y el primer ministro (António Guterres) y el titular de Exteriores (Jaime Gama) de Portugal, presidente de turno de la Unión. Serán recibidos por el presidente Vladímir Putin.
La UE no cierra los ojos ante lo que pasa en Chechenia. Tampoco la boca. Sigue condenando el uso desproporcionado de la fuerza por Rusia y las atrocidades cometidas contra la población civil. Pero escucha y habla sin mover el brazo. Las sanciones económicas con las que amenazó se han quedado en nada. Ni siquiera el Consejo de Europa, especialmente duro verbalmente, se ha atrevido a expulsar a Rusia. Tampoco EEUU quiere poner en peligro el clima necesario para buscar una convergencia en cuestiones clave de desarme como la reforma del tratado antimisiles balísticos ABM o la negociación del START III de reducción de armas estratégicas. Bill Clinton tendrá la sonrisa puesta cuando llegue el próximo sábado a Moscú.
Por mucho que desde Occidente se diga que la crisis de Kosovo, y sobre todo los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia, no tienen nada ver con lo que pasa en el Cáucaso, en la práctica parece que hay un rastro de mala conciencia que favorece la posición de Moscú de considerar la guerra de Chechenia un conflicto interno.
Solana pone el énfasis en que la ampliación de la UE a países de la antigua órbita soviética plantea una situación nueva que debe discutirse a fondo, sobre todo en el terreno económico. El mensaje está claro: antes que temer por la pérdida de mercados tradicionales, Rusia debe confiar en que el mercado único abra nuevas oportunidades al comercio y la inversión.
Solana invita a Rusia a que colabore con la UE en la decisión de ésta de "crear la suficiente capacidad militar y no militar para intervenir en tareas humanitarias y de rescate, de mantenimiento de la paz y de gestión de crisis". Y pone los Balcanes como ejemplo de ese esfuerzo conjunto.
Es seguro, sin embargo, que sus interlocutores en Moscú, comenzando por Putin, le expresarán además la preocupación por la convergencia creciente, en el terreno militar, entre la UE y la OTAN, organización esta última que todavía lleva impresa a fuego en Rusia la etiqueta de enemiga.
El clima previo a la cumbre es bueno. Putin ha viajado recientemente al Reino Unido y lo hará pronto a otros países comunitarios como Alemania, Italia y España. Nadie en la UE quiere empezar con mal pie la relación con el nuevo líder del Kremlin, cuyo proyecto político aún no se ha definido, pero que da toda la impresión de que será un líder fuerte. Eso puede hacer más difícil el diálogo, pero también menos impredecible que en el pasado.
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