El futbolista de diseño
Si uno quisiera fabricar el futbolista ideal, pensaría en alguien como Gerard: alto, fibroso, bien dotado técnicamente, con un gran golpeo de cabeza, y con eso que llaman olfato goleador. Todo eso a los 21 años. Este futbolista de diseño, sin embargo, tiene un origen completamente genético: su padre, Julián, ya fue un notable cabeceador que sustituyó un par de veces al mítico Kubala en el Barça.Con estas condiciones naturales, podría quedar la sensación en ocasiones de que Gerard puede dar más de sí. Que debería irse con más asiduidad al ataque para aprovechar su enorme llegada desde atrás. Que debería participar más en la elaboración del juego de su equipo. Que debería asumir más cuotas de liderazgo.
Eso es lo que no ha hecho en el último mes en el Valencia, precisamente desde el día en que puso Europa a sus pies tras marcarle tres goles al Lazio en la ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones. Gerard desde entonces bajó el listón, quizá afectado por la presión de convertirse en el centro del mercadeo futbolístico europeo. Vista en perspectiva, la temporada de Gerard López Segú, natural de Granollers, ha resultado excelente. Los reconocimientos le han llovido de todas partes. Éste de los entrenadores de la Liga española es especialmente significativo: son los que más saben. O los que más deberían saber. Para ocho de ellos, Gerard ha sido la sensación de la temporada. El descubrimieneto. Aunque Juande Ramos ya lo conociera muy bien, pues fue el entrenador del Rayo quien lo puso en cartel a los 17 años. Le dio la alternativa en el Barça B. Lo hizo jugar de central, de delantero y de medio. Donde le diera la gana. Hasta que aparecieron un puñado de pretendientes tratando de sacar partido de la confusión que había creado Van Gaal en la cantera azulgrana. Jorge Valdano, el entonces técnico del Valencia, habló con el chico y le convenció: jugaría en Primera. El entonces presidente valencianista, Paco Roig, habló con el hermano del jugador, Sergi, y también le convenció: cobraría 600 millones de pesetas por cinco temporadas de contrato.
Más que a Juande Ramos, el fútbol de Gerard les habrá sorprendido a sus otros siete votantes. Entre ellos, los prestigiosos Irureta, Txetxu Rojo y Víctor Fernández, este último un fan incondicional del centrocampista catalán. Por supuesto, también a José Antonio Camacho, que ayer confirmó su convocatoria para el europeo de Bélgica y Holanda. El mejor premio a una campaña fulgurante que comenzó ganándose la titularidad por los pelos. Arrebatándosela, entre otros, a su paisano Óscar, que venía con un gran cartel del Barcelona. Pero Gerard entendió lo que quería Héctor Cúper: mucha disciplina y mucho orden. El talento, tarde o temprano, aparecería. Y los goles, naturalmente. Ocho tantos marcó Gerard durante el ejercicio (cuatro en la Liga y cuatro en la Liga de Campeones) y seis de ellos muy bien escogidos: tres al Lazio y uno al Madrid, al Barça y el Bayern de Múnich. El gol lo lleva dentro Gerard. La disciplina la aprendió el año pasado en el Alavés, adonde tuvo la humildad de ir cedido después de que Ranieri no lo quisiera en el Valencia.
De no suceder nada raro, la carrera en la élite de Gerard no ha hecho más que comenzar. Va camino de convertirse en una verdadera estrella. El Valencia ha asumido que cuando termine su contrato, dentro de dos años, volará. No se sabe dónde, pero volará. Cuenta un compañero que el deseo inconfesable del jugador es regresar a casa, al Barcelona, especialmente ahora que se han marchado aquellos que le demostraron poco afecto, Núñez y Van Gaal. Se trataría de crecer dos temporadas más en el Valencia y llegar al Barcelona con 23 años, consolidado como uno de los mejores futbolistas de Europa. La carta de libertad le permitiría, además, firmar un contrato multimillonario. Esta opción supone un riesgo indudable (lo fía todo a dentro de dos años) pero evidencia a su vez la gran confianza de Gerard y de quienes lo asesoran en sus posibilidades.
El futbolista catalán, en todo caso, tampoco desprecia el interés del Milan, que estaba dispuesto hace un mes a pagar su claúsula de rescisión con el Valencia (unos 4.000 millones de pesetas), pero no el formidable sueldo que reclamó el jugador.
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