Por fin llegaron toros
Volvía la ganadería de Victorino Martín a Córdoba después de 13 años sin lidiar en esta plaza. Entonces, y en temporadas anteriores, el interés de estos toros atraía al público al coso de Los Califas, pero en la corrida de ayer sólo reunió a la mitad del aforo, con lo que de nuevo Córdoba pone de manifiesto su escasa afición por las corridas toristas y se inclina por aquellas que protagonizan las figuras.Han pasado 13 años y lo que se lidió entonces con ese nombre ha cambiado sobremanera. Las condiciones de aquellos toros no son las mismas, pero aun así han sido los únicos animales presentables que han llegado a Córdoba en esta feria. Se han necesitado ver antes 48 toros en ocho corridas, hasta que llegaron los victorinos, que desarrollaron nobleza y ninguna agresividad, salvo el último, más complicado.El resto se dejaron hacer cosas, salvo el primero, que fue el más flojo y mansurrón del encierro. Muy cómodos de cabeza, ninguno de ellos destacó en varas.
Martín / Esplá, Tato, Moreno Toros de Victorino Martín, con casta, nobles; 1º, mansurrón y blando
Luis Francisco Esplá: saludos y oreja. El Tato: algunos pitos y bronca. José Luis Moreno: oreja y saludos. Plaza de Los Califas, 28 de mayo. 9ª y última corrida de abono. Media entrada.
José Luis Moreno tuvo en sus manos abrir la puerta grande, pero lo malogró con la espada en el que cerró plaza. En este último, Moreno estuvo muy torero y le bajó mucho la mano al toro, tanto en la tanda de derechazos como en la de naturales. En ocasiones arrastraba media muleta por el ruedo. Metido entre los pitones y cruzándose, José Luis Moreno llevó emoción a los tendidos porque al término de cada muletazo el toro se revolvía pronto buscándole los tobillos. Tres pinchazos y dos descabellos le impidieron el triunfo, que tenía conseguido.
Con su primero ciñó verónicas y en su faena, con muy poco recorrido el toro, Moreno lo intentó valiente, pero su enemigo seguía en el mismo son.
A Luis Francisco Esplá le tocó el toro más flojo del encierro. En este primero la faena transcurrió entre el cabeceo incómodo de la res, que no dejó colocarse al torero en ningún momento. Su escasa fuerza llevó al toro a derrumbarse durante la faena. Al cuarto, Esplá le hizo una faena muy torera bajándole la mano en varias tandas, aunque algunos de sus muletazos sufrieron enganchones.
Quien pasó inédito por Córdoba fue El Tato. En su primero estuvo desconfiado, dudando en cada muletazo, pese a que el toro metía bien la cabeza, y oyó protestas. Al quinto no quiso ni verlo. No se sabe por qué, pues el animal no había hecho nada extraño. Tras un trasteo breve por la cara, lo pasaportó.
Babelia
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